Modesto Arquímides Tirado y Avilés.

Resumen: Puertorriqueño de nacimiento, cubano y manzanillero por devoción; comandante del Ejército Libertador de Cuba, amigo personal de José Martí, primer alcalde por elección popular en 1900 y el primer historiador en propiedad de la ciudad.

Por: Delio G. Orozco González.

En la ciudad borinqueña de Ponce, el 8 de Octubre de 1866, nació Modesto Arquímides Tirado Avilés quien más tarde, como mucho de sus compatriotas, amalgamaría en la ruta de la independencia las dos alas de un mismo pájaro: Cuba y Puerto Rico. La pérdida de su madre, que prontamente lo sume en la orfandad, conduce su destino a manos del señor Rafael Otero, residente en Humacao, honrado español y jefe de respetable familia, más no por mucho tiempo, pues tras breve lapso fue retornado a su Ponce natal donde residía su padrino, el notable jurisconsulto José Joaquín Vargas jefe del Partido Liberal, quien pondría ahínco en ofrecerle copiosa educación y a manera de pasatiempo lo coloca en una imprenta, hecho éste trascendental en tanto marcaría indeleblemente su vida y acción.

Entre los jóvenes detenidos el 12 de Agosto de 1886 acusados de conspirar contra el gobierno español y el general Romualdo Palacios, encontrábase Modesto Tirado; sin embargo, la intervención de su maestro de escuela logra excarcelarlo bajo la condición de abandonar el país en el primer barco que zarpara. Se iniciaba así un periplo que como a todo desterrado signaría por siempre. La primera escala del buque fue en Curazao, luego la Guaira en Venezuela, lugar este último de donde partió Tirado a Santo Domingo ubicándose en un ingenio de San Pedro de Macoris. Este ambiente poco propicio a él, fue el motivo de una nueva ruta migratoria, la cual, después de haber reunido dinero suficiente, lo conduciría a Nueva York.

Su carta de presentación en la ampulosa urbe, lo es el noble oficio de tipógrafo. Inmediatamente busca trabajo y lo logra en una imprenta, además de relacionarse con varios paisanos. En 1888 ya trabajaba en el periódico El Porvenir, y de él testimoniaría Enrique Trujillo,  director del rotativo.

«[…] lo conocimos en 1888, y desde entonces trabajó a  nuestro lado. Retraído, silencioso, le pesaba la ausencia de la Patria. Sólo se le veía plácido y contento cuando se hablaba de la guerra de Cuba -que conocía en  sus menores detalles-, y se hacía referencia a sus  héroes y mártires. El pensó también en serlo. Su jornal,  que era muy crecido, lo distribuía entre clubs patrióticos de que era miembro y entre sus paisanos pobres […]  Anatematizaba a sus paisanos españolizantes y en el  fondo de su alma nada había más amado que el pedazo de  tierra que nombran Borinquen.

Huía de todas las reuniones sociales, aunque se le llamaba, sólo asistía a las políticas.  En la emigración hispanoamericana de Nueva York, se  llegó a considerar a Tirado como un carácter y un corazón”.

En la conformación definitiva de la actitud de Tirado para con Cuba y su causa, la relación con José Martí desempeñaría, sin duda alguna, papel preponderante. El borinqueño tiene noticias del Apóstol de la independencia cubana estando en Santo Domingo; y es la prosa modernista, esa nueva manera de decir en las letras hispanoamericanas inaugurada por Martí, la que por vez primera impacta a Tirado. No obstante, la militancia incondicional no le llega hasta después de haber escuchado con fruición su verbo el 10 de Octubre de 1888, cuando en el Masonic Hall de Nueva York el padre de la dignidad cubana pronuncia un discurso en homenaje al inicio de la Guerra Grande, a partir de aquí y como el mismo Tirado declara fue «[…] un creyente fanático más del evangelio que predicaba aquel orador […]»

El puertorriqueño no resultó ser sólo hermano de causa de Martí -y es ya bastante-, fue además discípulo y por encima de todo, enriqueció entre ambos la majestuosa condición de la amistad. Como alumno suyo lo fue en los predios de La Liga, sociedad protectora de instrucción, donde Martí ofrecía por las noches clases a un grupo de jóvenes, cuestión ésta que indudablemente contribuyó a enriquecer su acervo cultural, sin desdeñar en modo alguno, la vocación autodidacta, pasión conducente a su único vicio: la lectura.

El aprecio mutuo y una amistad edificada sobre bases sólidas, fue la razón por la cual Martí aceptó que Tirado, Benjamín Guerra y Gonzalo de Quesada, sirvieran de emisarios a Enrique Trujillo ante él, para obtener respuesta sobre la ida del Apóstol a Tampa en 1891; puesto que Martí y Trujillo hallábanse distanciados debido al enojoso incidente de la salida de Carmen Zayas Bazán y su hijo hacia Cuba sin el conocimiento de su esposo; y fue Tirado, quien al retardar la publicación de una carta en Nueva York  hecha pública en La Habana, en la cual, Enrique Collazo atacaba a Martí, hizo posible que en la norteña ciudad se conociera al mismo tiempo la misiva y la respuesta de Martí, evitando así las murmuraciones y comidillas de enemigos y traidores.

Trabajó con afán Modesto Tirado en Nueva York. Escribió en varios periódicos y el dominio de la tipografía, en especial del oficio de cajista, lo hicieron acreedor de merecidos elogios, de su persona en este sentido dijo Martí: «De manos del puertorriqueño Modesto Tirado, hombre generoso y artista de la imprenta ha salido con la cubierta azul, el libro nuevo de Rafael Serra.»

En 1890 ingresó en el Club los Independientes que presidía Juan Fraga; y en 1892 fue nombrado tesorero del Club «Borinquen», de puertorriqueños residentes en la urbe del Hudson. Anteriormente había acompañado a Martí en numerosas actividades previas a la creación del Partido Revolucionario Cubano, y en el frugal banquete ofrecido en Nueva York para celebrar el acontecimiento de haber establecido las bases del mismo, Tirado pronunció un breve discurso y brindó por su fundador.

El 24 de Febrero de 1895 se iniciaba la gesta independentista preparada con maestría por José Martí, y Tirado, resuelto y ansioso, le declara a Trujillo: «Si no salgo en la primera expe­dición de Nueva York, me voy a Cuba solo. He parado mucho plomo y ahora quiero derretirlo». Y efectivamente lo derritió. El 19 de Agosto de 1895 desembarca en Nibujón, ensenada de Taco- Taco cerca de Baracoa, había venido en el vapor «León»  buque que condujo la expedición comandada por Francisco Sánchez Echevarría. Días después, el 23, incorporado a las fuerzas del coronel Félix Ruenes, recibe su bautismo de fuego en El Naranjal, sosteniendo combate con las fuerzas españolas destacadas en Baracoa y nutrida guerrilla de aquella comarca.

Tirado sentado al lado de José Maceo.

Bartolomé Masó al centro y Tirado a su izquierda.

Su paso por la contienda libertadora, se enruta fundamentalmente a la labor organizativa y al ejercicio de la mente y la pluma en los campos de Cuba Libre; a pesar de ello, cuando poco después del desembarco decide quedarse al lado de José Maceo y en Octubre es nombrado subteniente, ayudante del general, este último -guerrero de los mejores- apreciando altamente sus servicios escribe a Tomás Estrada Palma: «Habrá expedicionarios que valgan tanto como Tirado, pero ninguno más que él». El 6 de Enero de 1896 fue nombrado teniente, y el 30 de Agosto del mismo año designado Secretario del Gobierno Civil de Oriente.

El intento de organizar una expedición en Cuba para iniciar la revolución en Puerto Rico, presentado por José Lacret Morlot al Consejo de Gobierno de la República en Armas con fecha 13 de Agosto de 1897, sumó entre los más activos y decididos militantes a Modesto Tirado; empero, el fracaso del proyecto impediría a éste y a sus conmilitones probar la suerte de las armas en la lucha por la liberación borinqueña.

Con la pluma impidió Tirado que el fragor de la campaña y el olvido ensombrecedor, hollaran la creación  artística y la verdad de la causa cubana. Así, en Noviembre de 1897, prologa un folleto editado en los campos de Cuba Libre el cual contenía las últimas composiciones poéticas de su compañero de armas y compatriota, caído en combate, Francisco González Marín natural de Arecibo.

En este mismo orden la manigua contempla a Tirado como corresponsal del periódico El Porvenir, y las crónicas de guerra hachas al respiro de la lid, fueron ilustrando al lector de la emigración sobre el acontecer mambí, constituyendo a su vez un valioso legado factual que, recopilado en los años de la República bajo el título de Apuntes de un Corresponsal, resultan un material no soslayable para vertebrar la historia aún por hacer de la campaña del 95. Cúpole también a Tirado la honra de encontrarse entre los redactores de El Cubano Libre, periódico fundado en la manigua por Antonio Maceo Grajales, que ponderado altamente por el general sería calificado como la artillería de la revolución.

El año de 1897 marca su ascenso a comandante de Estado Mayor, aunque desde antes ostentaba el grado de capitán. Después de la Asamblea de La Yaya, es nombrado Jefe de Despacho de la Presidencia, y este cargo representó un jalón más en su ascensión por los peldaños del mejoramiento humano; en tanto de Bartolomé Masó Márquez aprendió a respetar, «sobre todas las cosas, los derechos inalienables del ciudadano. Y a ser tolerante que era la virtud mayor, entre las muchas que poseía tan  gran patriota».

Tirado al término de la guerra de 1895.

Al término de la guerra y más exactamente en Noviembre de 1898, entre los oficiales que acompañan a Masó hasta Manzanillo estaba Tirado. Era esta la primera ciudad visitada por el puertorriqueño desde su llegada a Cuba, siendo tal el influjo sobre él ejercido por ella, que definitivamente quedó atado a sus predios hasta el momento de su deceso.

Aún sin reposar las fatigas de la guerra, partió hacia La Habana a continuar su labor como representante del Segundo Cuerpo del Ejército Libertador en la Asamblea del Cerro, que reinició sus sesiones el día 15 de Febrero de 1899, registrándose su elección como secretario de la misma al día siguiente. Cuando en Abril la Asamblea se disuelve ya Tirado era corresponsal del diario La Discusión, de Manuel M. Coronado, reaparecido el 1 de Enero de 1899, rotativo en el cual se desempeñó como reportero.

De vuelta a Manzanillo y detentando el cargo de Jefe de la Subalterna Hacienda de Manzanillo, contrae nupcias con Rita Masó Toledano en Agosto de 1899, pero, el infausto destino arranca de sus costales la compañera entregándola a los brazos de la muerte; como consuelo le dejaría su primer hijo: Guillermo Tirado Masó.

1091.jpgEn 1900 es elegido alcalde municipal por espacio de un año, desechando la proposición para un nuevo mandato. De su probidad administrativa dejaron constancia los periódicos de la época y el saldo de los fondos públicos, pues al entrar encontró en las arcas  municipales $ 262.92 y al entregar, el saldo ascendía a $ 2 184.59 después de haber cubierto todas las atenciones del año económico y tener invertido $ 9 942.17 en Obras Públicas subastadas, dejando constancia de su administración en un libro publicado al respecto.

En Enero de 1902 celebra matrimonio, por segunda vez, con María Luz Georgina García, rindiendo esta unión el fruto de sus otros dos hijos, Modesto Tirado García y María de la Luz Tirado García.

Ese mismo año es nombrado Inspector Especial de Aduanas para toda la República, desempeñándose en el mismo hasta 1906, cargo al que hubo de renunciar a petición de los gerentes de la importante casa naviera local Godwall Maceo y Co., donde fue nombrado apoderado general y director de los negocios de la firma hasta 1930 en que la quiebra de la sociedad lo obliga a vivir de humildes comisiones. En el desempeño de este puesto dejó Don Modesto, como se le llamó desde entonces, una impronta de honestidad, tacto y hombría de bien; los empleados actuantes bajo sus órdenes conocieron su inflexible tenacidad para el trabajo y la toleran­cia infinita para sus subalternos a los cuales trató con afectuosidad benévola.

Fue Don Modesto fundador del Partido Liberal en Manzanillo y apoyó decididamente a Bartolomé Masó Márquez, la opción más patriótica de los cubanos después de terminada la guerra del 95 para ejercer la primera magistratura de la nación. A diferencia de «generales y doctores», no buscó el sendero arribista que los convirtió en terratenientes, grandes propietarios  inmuebles, representantes de compañías norteamericanas o politicastros que hacían en el Capitolio la segunda zafra de Cuba.

Pueden imputársele, los vínculos establecidos con el dictador Gerardo Machado Morales, en tanto 1928 es el año de su elección  como Compromisario Presidencial y en 1931 Compromisario Senato­rial; sin embargo, ésta actitud que no pasó de tales nombramien­tos, en modo alguno menguan la labor y obra de un hombre que, a principios de los años 40 y a tenor de la división acaecida en el seno de los veteranos manzanilleros por acusaciones contra el Secretario General del Partido Comunista, aboga por la unión entre todos los libertadores y considera anacrónico que el pensamiento o militancia política de los mismos determine su inclusión o no dentro de las filas que los agrupaban; y a pesar de no haber oído las palabras ofensivas que se decía había expectado Blas Roca, contra los antiguos combatientes de la libertad, lo creía incapaz de injuriar a los compañeros de Martí, Gómez y Maceo, dejando constancia de ello ante los investigadores que comisionó la Cámara de Representantes para dilucidar el problema.

No olvidó Don Modesto por momento alguno, su pertenencia a los que con la pluma van delineando el pasado, y su esfuerzo histo­riográfico arrojó tres tomos titulados Efemérides de Manzanillo, los cuales lastimosamente aún permanecen inéditos. En ellos, sin la tradicional metodología científica, pero sí con la precisión por el detalle, tratando de no obviar la cotidianidad y utilizando de manera peculiar la extemporaneidad y la retrospectiva en el discurso histórico, va dibujando la evolución de Manzanillo desde sus inicios hasta que en los años 40 el primer alcalde comunista de Cuba, decide en la ciudad no prorrogar a la compañía eléctrica la explotación del acueducto y lo pasa a dominio del pueblo. Puede Tirado clasificarse también, como un promotor verbal del pretérito, pues durante las series de conferencias y discursos organizados y dirigidos por la revista ORTO alrededor de la cual se aunaba el Grupo Literario de Manzanillo, encontrábase Don Modesto, quien con la autoridad de haber vivido la epopeya y conocer a muchos de sus edificadores, disertó en más de una ocasión refiriéndose con carácter especial al Apóstol.

Respetado y admirado por todos, recibió el borinqueño las más altas muestras de cariño por parte de Cuba y Manzanillo. En 1942 la Sociedad de Geografía e Historia de Oriente lo proclama Presidente de Honor y extiende un pergamino en reconocimiento a sus «grandes méritos como combatiente en nuestra epopeya libertadora, como escritor de recia envergadura y como notable historiador». Al año siguiente y a iniciativa del Club de Leones, el ayuntamiento lo declara Hijo Adoptivo de Manzanillo, mientras la revis­ta ORTO, le dedicaba íntegramente las páginas correspondientes a los números de Marzo y Abril. Como colofón, en 1944, el Presidente de la República le confiere el título de Comendador de la Orden Nacional de Mérito Carlos Manuel de Céspedes.

Con clara conciencia de pertenencia, no olvidó nunca el lugar de donde había venido, trasmitiéndole a sus hijos el amor a la tierra por la cual sintió una profunda devoción y respeto. Con­servó y leyó muchos libros sobre la historia de Puerto Rico, manteniéndose muy al tanto de la lucha desarrollada por los independentistas y especialmente de los sucesos que llevaron a la cárcel en los Estados Unidos a Pedro Albizu Campos, sobre quien acotó: «Ha templado su espíritu batallador en los crisoles de las privaciones y el renunciamiento personal».

Modesto Tirado en su ancianidad.

Y cuando el 7 de Enero de 1952 a las 2:00 a.m fallecía en Manzanillo, aquel hombre que un día un periodista señaló como reliquia humana, cerrábase un capítulo más en nombre de la libertad, pues bien, muy bien aprendió Tirado, que patria es humanidad, y su vida y obra, ligadas al destino de Cuba como si fuera el de su Puerto Rico natal, así lo rubricaron.

A MANERA DE EPÍLOGO.

La memoria, esa que con paso martillante nos va diciendo quienes somos, es razón suficiente para invocar en cualquier recodo del camino; por eso, ya desde antes de la Revolución, una calle de Manzanillo lleva el nombre de Modesto Tirado. Después de Enero de 1959, la gratitud se ha agigantado. Una escuela y el Archivo Histórico Municipal, llevan también el nombre del benemérito puertorriqueño, eso sin contar la develación de la placa que con fecha 7 de Octubre de 1976, señala el lugar donde falleció. Más, algo mucho mayor había que hacer, y fue hecho; un pequeño parque, construido frente al cine principal de la ciudad y no muy lejano de donde la alegría de los niños se confunde con el mar, el sol y la esperanza, tiene en su centro dos bustos: uno es de Martí, el otro de Tirado.

Palabras dichas por Modesto A. Tirado Avilés en ocasión de entregársele el título de Hijo Adoptivo de la Ciudad de Manzanillo.

«Yo soy oriental porque en esta he luchado, desde que puse mi planta en este suelo fecundo, en la zona de Baracoa, y allí contemplé por vez primera el glorioso  sacrificio de los cubanos que morían dignamente en defensa de su libertad y reclamo de independencia. Yo soy oriental, porque como ayudante del general José  Maceo, que era un legítimo santiaguero, testifiqué el valor temerario de aquel esforzado paladín que diariamente desafiaba la muerte. Yo soy oriental porque los nobles hijos de esta región de Cuba fueron los más abnegados defensores de la libertad, que invadieron todo el territorio cubano hasta Occidente. Desde Baraguá hasta los Remates de Guane en Pinar del Río. Yo soy oriental porque me cupo el honor de ser de ser uno de los redactores de «El Cubano Libre», periódico fundado en la manigua por el general Antonio Maceo y dirigido por Mariano Corona, mi buen amigo y compañero de todos los tiempos. Yo soy oriental, y por serlo, fui electo representante por el Segundo Cuerpo del Ejército Libertador, cuando en los campos de Cuba Libre sólo teníamos por capitolio la inmensa comba del azul firmamento”.

Yo soy oriental porque terminé la campaña guerrera como Jefe de Despacho del Presidente de la República en Armas, general Bartolomé Masó, que me enseño a respetar, sobre todas las cosas, los derechos inalienables del ciudadano. Y a ser tolerante que era la virtud mayor, entre las muchas que poseía tan gran patriota. Y yo soy manzanillero, porque aquí nacieron mis hijos y mis nietos. Y porque en este heroico terrón oriental he experimentado las más grandes satisfacciones y los mayores dolores de mi vida. Y porque al quedar constituida la República, Libre y Soberana, los manzanilleros me designaron, por el voto popular, su primer Alcalde Municipal. Y soy oriental porque recibí mi bautismo de fuego en los cocales de Baracoa, el día 23 de Agosto de 1895, hecho confirmado después por  Rafael Estenger en su «Vida de Martí», que es como un breviario del patriotismo cubano. Y soy oriental y manzanillero, con orgullo, porque estimo mi timbre más preciado el serlo. Y además será para mí satisfactorio en extremo el que mis restos descansen en esta bella tierra en la que reposarán también mis seres más queridos y la legión de adalides de la libertad que lucharon por la independencia y la felicidad de Cuba«.

Parque Modesto Tirado Avilés.

Placa conmemorativa en el parque Modesto Tirado.

El Archivo Histórico de la ciudad lleva el nombre de Modesto Tirado.

Busto de Modesto Tirado.

Tomado de: Enciclopedia Manzanillo.