Resumen: Hechos, lecturas y lecciones en torno al Código de las Familias y su votación. Un caso de estudio.
Por: Delio G. Orozco González.
Historiador.
Manzanillo de Cuba.
A las 6.00 pm del domingo 25 de septiembre del 2022, la Presidenta del Colegio Electoral ubicado en la sede municipal de la Unión de Jóvenes Comunista en la ciudad de Manzanillo, sita en calle Villuendas entre Pedro Figueredo y Narciso López, cerró el proceso electoral que ponía en disputa, a través de referendo popular, el Código de las Familias.
Antes de abrir la urna (con una fue suficiente), la joven Presidenta, médico de profesión, asentó el nombre y la firma de quienes participarían en el escrutinio, expuso los pasos establecidos para el conteo e informó que desde la Comisión Electoral le fueron enviadas al colegio 693 boletas y que 250 no fueron usadas.
Después de abierta la urna azul de plástico y volcadas las boletas sobre una mesa, los miembros del colegio -ante la mirada atenta de los veedores (por lo menos el autor de estas líneas lo estaba)-, clasificaron por tipo las boletas arrojando el siguiente resultado:
Sí: 218
No: 212
Blanco: 7
Anuladas: 13
Para un total de 450 boletas emitidas, cifra consistente con la cantidad de votantes registrados en el libro de control llevado por la mesa.
A la pregunta de este cronista sobre la cantidad de votantes registrados en el Padrón Electoral, la Presidenta respondió que ascendía a 625 y que hubo 61 inclusiones de personas que no pertenecían al colegio por distintas razones y ejemplificó con los jóvenes que pasan el Servicio Militar en la Unidad de Bomberos a dos cuadras del centro de votación.
Lecturas
1.-Lo primero que llama la atención es el alto grado de abstencionismo, un 38%, que por una razón u otra decidió no ejercer el voto; pues, si a las 450 boletas totales, le restamos las 61 inclusiones, solo un 62% de electores con derecho a ejercer el sufragio en el colegio hizo valer su opinión.
2.-La aprobación del Código de la Familia por un estrecho margen, apenas 6 votos. Este guarismo demuestra la alta polarización de la sociedad cubana en torno a algunos artículos contenidos en la propuesta llevada a referendo.
3.-La falta de una cultura ciudadana. Si los que anularon sus boletas haciendo garabatos, escribiendo NO o frases de desaprobación se hubieran limitado a marcar con una X en la casilla correspondiente; el «Sí» no hubiera logrado imponerse; pero como en el deporte, en la vida se gana no solo por superioridad; sino, aprovechando los errores del antagonista.
Lecciones
1.-El desánimo, expresado en el abstencionismo, resulta expresión, tal vez, de una descreencia en el sistema institucional o silenciosa expresión de descontento ante las dificultades existenciales que atenazan hoy a los cubanos; pero, al mismo tiempo, reconocimiento de que lo que se dirimía no cambiará una realidad que la vida ha ido y seguirá imponiendo.
a.) Antes del código y a contra corriente, la comunidad LGTBI+ ha ido creciendo y, gústele o no a unos, existen y tienen derecho a vivir su vida del modo que han elegido, de la misma manera que los heterosexuales disfrutan la suya.
b.) Si bien es cierto que hay casos de abandono de ancianos, ello resulta excepción, no regla; pues, la mayoría de los compatriotas han hecho y seguirán haciendo lo indecible para darles a sus «viejos» una vida, al menos, no indigna. Luego, el estado, las iglesias y otras organizaciones van allí donde ruge el dolor porque en nuestra alma social, como llama vivificadora, aun late este decir martiano: “¡Oh, qué bien hace el que consuela a los ancianos!”.
c.) Sin tener una norma jurídica para brindar el vientre solidario, son innegables los esfuerzos realizados por la salud cubana para lograr que las mujeres con dificultades en la concepción puedan materializar el sueño de ser madres.
d.) Ya sea «patria potestad» o «responsabilidad parental», los cubanos de bien saben que los hijos no les pertenecen; son un préstamo que la vida les ha dado para hacerles un examen supremo: el de ser padres y madres. Si al final han sabido educarlos, amarlos, convertirlos en seres humanos de bien y ponerlos a punto para que pasen el mismo examen que ellos han vencido; entonces, ni la muerte podrá quitárselos.
Y todo ello porque los cubanos saben que con código o sin código -como decía Platón-: “Donde reina el amor, sobran las leyes”.
2.-Debe resultar severo llamado de atención para los gobernantes y políticos cubanos, lo acontecido en estas intensas jornadas de discusión y proselitismo a favor y en contra del Código de la Familia. En primer lugar, nunca será legítimo, como decía Félix Varela, un amor que lastime o, peor aún, divida. Para pesar de la sociedad cubana, la polarización en torno a la inclusión de algunos artículos ha venido a mostrar fisuras en algo que debemos cuidar como la niña de nuestros ojos: la unidad nacional. Ojalá que este alerta resulte más infundado que real y ante urgencias decisivas, los disensos sean colocados a un lado; empero, la política no es una ruleta rusa y con el recurso fundamental que tenemos para existir como conjunto humano, no podemos jugar, no importa cuán justo parezca o sea la idea, el proyecto o ley a implementar; la política es el arte de lo posible, de sumar, no de restar, de multiplicar, no de dividir. Esta cerrada votación ha demostrado, una vez más, el burdo sofisma de la unanimidad y la comprensión de que toda verdad tiene su hora bajo el sol; también, que hay ideas nacidas a destiempo y es preciso madurarlas, difundirlas, promoverlas, socializarlas para, luego de concientizadas por la mayoría, puedan ser puestas en práctica. Es preciso esquivar, por las consecuencias que de ello se deriven, la frase que en forma de anatema le espetó Unamuno al fascista Millán Astray: “Venceréis, pero no convenceréis”.
3.-Que Cuba, desde la jurisprudencia moderna constituye una República, deviene un hecho aceptado por la mayoría de países y organizaciones en el mundo; sin embargo, la falta de una conciencia ciudadana, verificada en el uso práctico de los derechos civiles y, primeramente, en el conocimiento de las leyes y reglamentos, deviene asignatura pendiente entre muchos compatriotas; no de otra forma se explica el haber dejado en blanco 7 boletas y anulado 13, perdiendo con ello la oportunidad real de hacer valer su opinión contra el Código o el gobierno, en tanto era este quien prohijaba la normativa legal. Todavía, minutos antes de cerrar el colegio para participar en el escrutinio, un conciudadano me preguntaba si había sido nombrado para estar en el escrutinio; el hombre, con casi medio siglo sobre sus espaldas, instruido en las escuelas cubanas y empleado del estado, no sabía que la ley establece que este acto es público y no se necesita ser designado para verificar por sí el resultado de una votación. Otros decían: “-Ya ese código está aprobado”; les replicaba: “¿Y por qué lo someten a referendo?”, “Para llenar las apariencias”, señalaban; “Ve, ejerce tu derecho, vota y participa en el escrutinio” les apostillaba; pero nada, el silencio por respuesta o el murmullo ignorante como disculpa, expresión de alineación o total falta de interés por la cosa pública; entonces, aprovechaba y lo remataba, como hace el torero con el bruto: “Cuando por abulia, ignorancia o cobardía, uno deja en manos de otros asuntos verdaderamente importantes, debe aceptar lo que otros decidan por él.”
A pesar de los pesares y más allá del triunfo del «Sí» en este colegio electoral, como ciudadano cubano y con los ojos puestos en el porvenir de la nación, me quedo con el ejercicio ciudadano, con el debate público, con la exposición de argumentos, con la confrontación de ideas, con el aprendizaje colectivo. Ojalá esta puja democrática no sea mero accidente en el itinerario de la República y sí ancha alameda por donde ha de discurrir el futuro de Cuba. Que así sea.
Manzanillo de Cuba, domingo 25 de septiembre de 2022.
A 10 km de Demajagua, Altar de la Patria Cubana.