Resumen: el Ballet Nacional de Cuba, después de 17 años, actúa en el Teatro Manzanillo.
Por: Delio G. Orozco González.
Historiador.
Manzanillo de Cuba.
El miércoles 9 de marzo del 2022, un tanto después de las 9.00 pm, se descorrió el telón de boca del Teatro Manzanillo dando inicio a la actuación del Ballet Nacional de Cuba. Hacía 17 años que no bailaban en estos lares y cual azar concurrente de la poesía -al decir de Lezama Lima-, con 17 años, Alicia Alonso interpretó por vez primera el Lago de los Cisnes, obra que ejecutada una y otra vez con gracia insuperable, la inmortalizó como una de las grandes divas de la danza mundial. Con 17 años también, Viengsay Valdés, actual directora general de la compañía, hizo su debut con la agrupación que regentea.
Rocle Figueroa, locutor de Radio Granma y ahora Maestro de Ceremonia, dio la bienvenida a los artistas en la persona de la actual conductora; quien, después de recibir de manos de las autoridades políticas, gubernativas y culturales (Alexander Spech Céspedes, Primer Secretario del PCC; José Enrique Remón Domínguez, Presidente del Poder Popular y Javier Ortiz Leyva, Sub-director de Cultura), la condición de Hijo Ilustre y un cuadro del artista manzanillero Amaury Palacio Puebla, leyó un breve discurso agradeciendo el gesto y celebrando la presencia del ballet en tierras manzanilleras, especialmente en el coliseo principal de la urbe por su relación con personalidades tan distinguidas, casi sagradas a decir de la oradora, como Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria, y por los vínculos que unen la institución con el Ballet Nacional de Cuba; pues, apenas una semana después de haberse creado la compañía en noviembre de 1948, Alicia Alonso se presentó en el teatro de la calle Villuendas esquina a Maceo.
El programa de la noche estuvo dividido en dos partes. En la primera, los asistentes, algunos de pie, pudieron apreciar un pas de deux, perteneciente al tercer acto del ballet «Coppélia» -según el programa-, “una de las obras más famosas del arte coreográfico”, estrenado en la ópera de París en 1870. La coreografía presentada fue creada por la desaparecida Alicia Alonso, sobre la original de Arthur Saint-León y la versión de Marius Petipa. En el acto, Swanilda y Franz, los protagonistas del ballet, bailan en la celebración de sus bodas y para la ocasión, Amanda Pérez encarnó a Swanilda mientras Ányelo Montero hizo de Franz.
A continuación pudo verse «Aguas primaverales», otro pas de deux en una versión orquetal del lied homónimo de Rachmáninov, que en el original utiliza texto del poeta ruso Fiodor I. Tiuchev. La coreografía, de Asaf Messerer, fue interpretada por los bailarines Anette Delgado y Dani Hernández. Señala el programa que esta pieza coreográfica fue incorporada al repertorio del Ballet Nacional de Cuba en 1965.
«Prólogo para una tragedia» (Dúo de amor), con coreografía de Brian MacDonald y música del alemán Johann Sebastian Bach, recrea el profundo amor que Otelo, el moro de Venecia, siente por Desdémona. El lirismo y la pasión que se expresan en este dueto amoroso fue interpretado por Chavela Riera y Yasiel Hodelín.
Cerró la parte primera «Suite Géneris», con música de George Frideric Haendel y Franz Josehp Haydn. Este juego coreográfico, inspirado en la música de los autores antes mencionados, fue bailado por Diana Menéndez, Yansiel Pujada y Junior Palma.
Después del intermedio, donde muchos, en vez de comentar o platicar sobre arte o cualquier otro asunto vinculado a lo visto y experimentado, se sumergieron en las pantallas de sus teléfonos, continuó el espectáculo danzario.
La parte final arrancó con «La muerte de un cisne». Esta miniatura coreográfica fue creada en 1905 por Fokine, estrenado por Anna Pávlova y convertido en personaje femenino con una visión neorromántica. El coreógafo Michel Descombey retomó este tema para un intérprete masculino con una perspectiva contemporánea y para la ocasión, el bailarín Diego Tápanes, hizo galas del dominio de su cuerpo con movimientos dignos de experimentado contorsionista.
Finiquitó el programa con «Majísimo», divertimento que presentó un contrapunteo entre aires hispánicos y la técnica del ballet clásico utilizando para ello pasajes del ballet de la ópera El Cid, de Massenet. Las parejas de bailarines estuvieron conformadas por Anette Delgado y Narciso Medina, Alianed Moreno y Ányelo Montero, Chavela Riera y Luis Fernández y Laura Blanco y Darío Hernández.
Claro que sí, los intérpretes iban vestidos, no eran luchadores asistentes a los juegos olímpicos de la antigua Grecia. Sus atuendos, con la excepción del que cubría el cuerpo de los bailarines en el pas de deux de «Coppélia», concebido por Ricardo Reymena, fueron obra del talento y creatividad de Salvador Fernández.
La noche del 9 de marzo del 2022 devino solaz y gozo espiritual para la mayoría de los presentes en el teatro, atenazados por un bienio de epidemia, carencias y dificultades de todo tipo; pero fue más, devino expresión del realismo mágico que prefigura estas tierras. Allí, guiados por un magnífico sistema de ecolocalización, hicieron acto de presencia los murciélagos. Primero fue uno, luego, entendiendo que la danza necesita de un compañero, llegó el segundo o la segunda para, sobre el escenario, hacer sus giros una y otra vez agregando al programa una veloz coreografía que solo el orden Chiroptera puede bailar: «La danza de los murciélagos».