Palabras para el VIII Congreso de la UNEAC

 

Resumen: Intervención preparada para ser leída en el VIII Congreso de dicha organización (abril 2014) y que no pudo verificarse por el escaso margen de tiempo en que se verificó dicho cónclave y la no propiciatoria organización dada al mismo.


Por: Delio G. Orozco González.

A Cuba que sufre, mi primera palabra; a Cuba, que no es un poema ni un mapa en la pared; a Cuba, que somos todos nosotros y cuantos viven, trabajan, sueñan, sufren, ríen, lloran y mueren en ella y por ella.

A Cuba mi pensamiento, porque hijo suyo, ciudadano antes que intelectual y heredero de su cultura, me guía a Varela, quien tuvo la grandeza de no asimilarse a tierra extraña; por el magisterio de Luz y Caballero, que quería ver caída todas las estrellas del firmamento antes que desprenderse del pecho de los hombres el sentimiento de justicia; a Cuba, porque me estremece Céspedes con su grito de Patria y Libertad; porque me eleva a las cumbres del sacrificio humano la vida de Martí y su acto de fe en Dos Ríos cuando afirmó: «Por Cuba estoy dispuesto a que me claven en la cruz»; a Cuba, porque Mella glosó al Apóstol y luego murió por la Revolución, porque Villena pidió una carga para matar bribones; a Cuba, porque los muros del Moncada se empaparon de sangre generosa la mañana de la Santa Ana y porque Antonio, Fernando, Gerardo, Ramón y René, han confirmado que entre los cubanos todavía hay tropa suficiente para el honor.

¿Y por qué sufre Cuba? Padece porque se le bloquea, se le acosa, se le niegan méritos y recursos, contra ella se preparan acechanzas y los dineros que en su nombre se levantan en el vecino poderoso, la más de las veces, no son para calmar el sufrimiento, la pena, o la desdicha de sus habitantes; sino, para doblegarlos. Y como si este castigo no fuera suficiente, las entrañas le arden porque el salario a sus trabajadores y las pensiones a sus jubilados no le alcanzan para llevar sin angustia el pan a la mesa; gime, porque algún que otro político lleva la Revolución en la boca para vivir de ella y no en el corazón para morir por ella y cuando se descubre su falaz actitud, en vez de aplicarle el correctivo, en ocasiones se le premia trasladándole a un puesto del cual puede obtener beneficios; sufre, porque funcionarios venales lastiman, roban, corrompen y como gangrena mortal matan la fe y el espíritu de otros; padece, porque algunos de sus jóvenes desprecian su bandera, no porque no les plazca la combinación tricolor, sino, porque precisamente es cubana; se retuerce de dolor porque más de una fémina -en la flor de la vida-, vende su cuerpo; y ese dolor le desuella el alma y se acrecienta porque el obrero no es trabajador de una fábrica en Detroit, porque el político no milita en el Partido Demócrata o en el Republicano, porque el funcionario no está emplantillado en el condado de Miami Dade, porque el joven no vive en el Bronx o porque la muchacha no es una meretriz de Las Vegas; le duele en el corazón porque todos son hijos suyos. Y tan variados y punzantes dolores pueden hacerle un daño irreparable porque todo, hasta el dolor, tiene un límite.

Ante esta realidad es preciso asimilar consciente y de forma inmediata que la Revolución Cubana, como medio que sirve al país, es un fenómeno social y por tanto cumple un ciclo vital: nace, crece, se reproduce y muere, evitemos sea asesinada, muera de autofagia o que nuestras torpezas se conviertan en el brazo del verdugo que aniquile lo bueno que nos ha dado y la cuota de felicidad que por nuestros esfuerzos y laboreo podríamos allegar con su renovación. Surge entonces, tremenda y abrumadora, la pregunta: ¿Qué hacer?, sí, porque algo hay que hacer; pues, cuando la presión social aumenta en virtud de las angustias existenciales hasta el punto de hacerse insoportable, solo tres caminos le quedan a los apresados en el vórtice del huracán: 1.-Ponerse al margen de la ley, 2.-La emigración, 3.-La rebelión. Con la primera y segunda convivimos hace tiempo; evitemos llegar a la tercera y hagamos retroceder, con sabiduría y serenidad, las dos primeras.

Para los padecimientos foráneos la medicina ha sido y será única, además de haber probado su valor terapéutico: «Más vale una vida de pie que no cien de rodillas»; para los internos, el panorama es distinto y multiforme, porque a nuestros yerros se suman los deseos y esfuerzos de aquellos que no nos quieren bien; empero, impostergable es abordarlos desde una multiplicidad de enfoques, distinguiendo claramente unos de otros para no culpar al vecino de nuestros desaciertos.

Son tres las líneas de pensamiento que hoy, con sus propuestas, tratan de amortiguar el dolor de Cuba: el estatismo, el economicismo y la autogestión; del campo de las dos primeras han llegado la mayoría de las medidas, especialmente de la segunda; la cual, aplicándose indiscriminadamente, desoye con frescura inusitada un alerta guevariano: «No se puede construir el socialismo con las armas melladas del capitalismo». Y esas armas se utilizan cada vez más. Cómo calificar el hecho de que el director de un centro de salud tenga que negarse a recibir un camión cargado de suministros médicos, porque la dirección provincial le orienta no aceptar nada en tanto no cuenta con presupuesto, como si el suministrador y el receptor fuesen compañías privadas e independientes; eso -en mi opinión-, nada tiene que ver con el reordenamiento económico y sí con un ensayo de capitalismo. Como calificar la decisión de, en medio de una crisis extraordinaria como la que vive el mundo y nosotros más, desmontar la Facultad Regional de la UCI en Granma, asentada en una instalación acondicionada con todos los recursos, para trasladarla hacia otro lugar, haciendo nuevos gastos e inversiones y dejando sin trabajo a un grupo notable de profesores; cuando ponemos la racionalidad económica por delante del ser humano, entonces ya no es posible hablar de socialismo. No emito opiniones sobre el precio de los autos pues no me siento capacitado para ello, quizás André Bretón o Frank Kafka, puedan explicarles mucho mejor como se llegó a tal conclusión. En los últimos años, felizmente, hemos avanzado en zonas de democratización pública; sin embargo, el retroceso en el campo social es evidente: hay mayor número de desocupados, aumento de la cantidad de personas que necesitan más de un empleo para solventar necesidades, crecimiento del sector informal en la economía, notable inflación y en consecuencia devaluación del valor real del salario ya de por sí insuficiente, aumento de la mendicidad, imposibilidad de acceder a productos y servicios por insolvencia económica, entre otros signos lamentables que no podemos darnos el lujo de seguir acumulando so pena de ir directo a un despeñadero. La libertad es esencial para hacer felices a los hombres, pero no lo logra por si sola, necesita de justicia social y satisfacción de necesidades existenciales.

Tengo la convicción casi absoluta, de que el uso por si solo de cada una de líneas de actuación supradichas, no dará resolución efectiva a nuestras necesidades, solo la aplicación armónica, sistémica y consensuada de las tres ofrecerá el trigo que necesita la confección de nuestro pan. La repetición machacona de «Con todos y para el bien de todos» no hará viable la participación de todos, es necesario hacerla efectiva; nadie, por ilustrado o bien intencionado que sea, podrá llevar a vías de hecho lo necesitado por todos; necesitamos gobernar con oposición y esa oposición tenemos que ser nosotros mismos, debemos darnos el medio de una participación real en las empresas, instituciones, organismos, en el gobierno y a todos los niveles porque ello pondrá en manos del soberano verdaderos mecanismos de dirección y control democráticos. El combustible para un socialismo humano es la oposición y el control sobre los agentes de poder en todas las estructuras; pero no solo por parte de entidades estatales, sino, de los trabajadores, de los ciudadanos, del pueblo; nadie más que el humilde sabe lo que el humilde necesita. «Cuba dice», «Cartas a la redacción» o «Acuse de recibo» no pueden ser privativos de los medios u órganos nacionales de prensa, la vida se agita con intensidad en toda la geografía insular y aunque algunos con sorna o convencimiento crean que La Habana es Cuba y lo demás área verde, lo cierto es que en la Cuba profunda también es preciso y necesario «decir» «Con todos y para el bien de todos», porque lamentablemente, la democracia en la base se concretiza de jure pero no de facto; en tanto, el poder del Delegado no logra cuajar. Convirtamos la prensa en ese cuarto poder que necesitan los cubanos, que esta sea algo más que un medio de propaganda y se convierta en medio de poder activo del pueblo y para el pueblo; por cuanto, el hecho de haber sido electo por el mismo o decir que se representan sus intereses, no significa en modo alguno se sirva a la mayoría; se tributa al soberano cuando este se siente conforme y aplaude por doquier la gestión de sus gobernantes, cuando no solo se le escucha; sino, se colman sus anhelos o ante la imposibilidad real de satisfacerlos, se le explica con razones convincentes, no con justificaciones. Devolverle a los medios el papel asumido por la literatura y el cine no significa en modo alguno hacerle el juego al adversario, es lograr -eso sí-, que la prensa se parezca más al país con el beneficio resultante de elevar su influencia y prestigio entre la gente.

Resulta increíble, a estas alturas y desde todo punto, seguir bajo el estigma de un directivo radial (ex-ideológico del Partido), que castigó y aún castiga a una excelente profesional porque tuvo un momento amoroso con un cubano que vive en Estados Unidos o que, con insistencia obsesiva, cuestiona comentarios históricos y culturales entorpeciendo el acto creativo porque su conservadurismo ideológico no le alcanza para entender que pensar por si propio es el primer atributo y la dignidad del talento y pareciéndole insuficiente ser agente de la inmovilidad o el estanco, decide -al amparo de subterfugios administrativos-, no prorrogar el contrato a un artista con veintiún años de experiencia en el medio y lanzarlo a la calle; y como la insidia se apoya en la necedad, intenta -como el artista expulsado era su director-, debilitar el programa destinado a difundir la obra de la orquesta Original de Manzanillo, símbolo de la cultura insular; antes, había sido incapaz de mantener la participación en vivo del Grupo Campesino Eduardo Saborit, hecho cultural que -de lunes a viernes-, se verificaba desde hacía 37 años en la emisora local. Con regentes como estos, la batalla por la cultura cubana está perdida de antemano.

Dramático y desgarrador hasta el hueso resulta ver como un médico miente y esa falacia acaso le cuesta la vida a un hombre; luego, la respuesta a la digna protesta demora un año en llegar y como burla diabólica al dolor le dicen al hermano del muerto: «El galeno cumple misión en Bolivia y hasta que no termine no se le puede aplicar medida alguna»; entonces, para legalizar el desatino, muestran una indecente resolución que, a partir de la lógica de quienes la concibieron, los muertos cubanos valen menos que los bolivianos. Tales laceraciones acabarán por matar la fe y lo último que necesita el país es que quienes lo piensen lo abandonen o le nieguen su concurso porque -y es preciso ser conscientes de ello-, no todos tienen la fuerza que necesita el patriota para soportar el acoso, la presión psicológica, el daño emocional, la mengua del prestigio o la imposibilidad de ganarse el sustento con lo que mejor sabe hacer porque un funcionario alfombra la senda del infierno con voluntarismos y caprichos, resultado directo de su ignorancia o soberbia: solo con ideología no se puede construir y desarrollar una sociedad de forma integral; hacen falta para ello mucha ciencia y mucha conciencia. Y véase, no se insiste por maldad sobre la llaga; sino, porque su condición cancerígena puede aniquilar todo el organismo si, deslumbrados por la luz del sol, somos incapaces de poner remedio al mal que medra en la sombra.

Desleal y mal patriota sería si no alzara la voz en nombre de la tierra de mis natales, y lo hago no solo por mi; sino, por aquellos que no pueden materializarlo, por los que no poseen el modo, la oportunidad o la vía. La población residente de la actual provincia Granma, una de las más pobres del país, si no la más pobre, creció en el sexenio del 2007 al 2012 en solo 1678 habitantes; empero, en esa mezquina cifra no está la tragedia; sino, en los 27410 habitantes que emigran en busca de mejores horizontes porque la realidad que viven le exprime las esperanzas. Mirado así de bulto parece que tal sangría humana es igual en todos los territorios; empero, un municipio se salva: la cabecera provincial crece en 8349 habitantes y es que en todo tiempo, lugar y sistema, los hombres van a donde hay casa, comida y oportunidades. Cuando Fidel Castro llegó a Manzanillo en 1977 para inaugurar la fábrica de acumuladores, decía que desde el avión aquello parecía una aldea; no sé cuál sería ahora su impresión si pudiera sobrevolarla de nuevo. Y no se diga que es imposible modificar el trazado geopolítico, ahí están Artemisa y Mayabeque para confirmarlo y la oportunidad que se les ha entregado de gerenciar sus destinos y recursos; porque no hay palabra justa y que no hiera para calificar el grado de absurdidad con el cual la centralización -por lo menos en aquellas tierras-, se ejerce sobre los municipios: si desde Niquero se despacha, vía postal a Manzanillo un paquete, primero va a Bayamo y luego retorna a Manzanillo; si es necesario llamar una ambulancia para recoger un enfermo, hay que contactar primero a Bayamo, luego este llama al SIUM de Manzanillo y entonces se va recoger el sufriente; si hay una afectación eléctrica, hay que llamar a Bayamo para que desde aquí se oriente a la empresa en Manzanillo que debe ir a restablecer el fluido; si se compran insumos y materiales para el trabajo en Manzanillo, los que le corresponden, en vez de dejarlos allí, van hacia Bayamo -distante 62 km-, para darles entrada en almacén y luego traerlos de vuelta; si hay un incendio en Campechuela, se llama a Manzanillo, desde aquí se llama entonces a Bayamo y luego es que se va a apagar el fuego en Campechuela que está a 25 kilómetros de la ciudad costera; por eso, hace un tiempo atrás, cuando llegaron los apafuegos, ya no quedaba casi nada de una casa incendiada; y lo antedicho resulta solo botón de muestra. Salvando distancias, cosas como estas podrían explicar por qué un grupo de letones, lituanos, bielorrusos, uzbekos, ucranianos y kazajos tienen los recuerdos que tienen de la antigua unión; gracias a Dios, Cuba está circunvalada por agua.

Duro es tener que decirlo, peor es callarlo; que hayamos tenido el primer brote de cólera en Cuba después del triunfo de la Revolución no es maldición ni castigo divino, el hecho de que más de 400 familias manzanilleras practicaran fecalismo al aire libre en pleno siglo XXI, puede explicar, entre otras cosas, por qué el fatídico viajero del Ganges decidió morar de nuevo junto a nosotros. Y como la causa de los pesares y el descontento está en la estructura -obsoleta e inoperante-; yo pido, yo invito, yo clamo a las altos poderes de la nación se multiplique la actual provincia Granma o se le ofrezca a la antigua región del Guacanayabo un estatus especial y la autonomía necesaria para desatar sus fuerzas productivas y pueda por si sola, sin más tutelas ni mediaciones que las reconocidas en la ley, colocarse en el concierto de los territorios cubanos que crecen y prosperan por el esfuerzo de sus hijos.

A estas alturas, algunos de mis compañeros o de los invitados aquí presentes, podrían sentir que mi manifiesto es más pertinente a una sesión del Parlamento, a una reunión del Consejo de Ministros que a un cónclave de intelectuales. Respondo a sus dudas con Martí: «Ganado tengo el pan, hágase el verso» o este apotegma magnífico «la justicia primero y el arte después». También Villena, quien despreció sus versos porque su alma tiraba de él como una espada, puede hacerles entender mi clamor; mientras enciende mi memoria el tronar de los fusiles en Alegría de Pío y la imagen del Che escogiendo entre el maletín de médico y la caja de balas.

Ha llegado pues la hora de preguntar, ¿cuál es el papel de los intelectuales en esta hora crucial? Estimo que una sola; pensar a Cuba desde una postura cívica y artística o lo que es lo mismo, desde la ética y la estética. Cada quien, con su arte, de a su tiempo y a los suyos lo que mejor sabe hacer en tanto la transcendencia está en la obra y el servicio, no en el título o la fama. Por tanto, como hacer resulta el modo más efectivo de convencer, pongo en manos del Ministerio de Cultura mi experiencia en la construcción de Enciclopedias digitales temáticas, empleando tecnologías libres para difundir, promover y socializar, desde los mismos sitios donde se construye el decurso histórico de la nación (los munipicios), el constructo que, en magnífica diversidad, nos identifica y distingue como país. La decisión tomada por la Dirección de Cultura en Granma hará posible que dentro de un año a más tardar, si se trabaja como se debe, cada una de los municipios podrá contar con una enciclopedia portable, multiplataforma y de fácil manejo que amplificará las potencialidades de publicación en todo el territorio de su competencia; servirán de apoyo al proceso docente-educativo en tanto bibliografía local y regional; incluirán a todos los intelectuales, que no solo los que aquí estamos laboramos con el intelecto; ofrecerán información actualizada, pertinente y precisa que podrá ayudar a las estructuras de poder en la toma de decisiones; podrán servir de fuente de completamiento a ECURED con información validada y verificada; además de convertirse, si así lo deseamos, en el rostro de cada rincón cubano ante el mundo.

Un proyecto parecido a este, pero orientado al patrimonio documental, espera por la decisión del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medioambiente para que, desde los 30 repositorios que hoy custodian el grueso de la Memoria Histórica de la nación cubana, pueda la isla conservar, difundir y poner en manos de investigadores e interesados, las imágenes de una archivalía que nos dice quiénes somos, porque nos cuenta de dónde venimos. Sé que nadie es profeta en su tierra, pero nadie la ama y le puede ser más útil que aquel que ha nacido y padece por ella.

Y como al hablar de soluciones tecnológicas una cosa lleva a la otra, es tiempo de abandonar el uso de tecnologías privativas, por ello pirateadas, que nos quitan fuerza moral a la hora de reclamar derechos. El uso de tecnologías libres, especialmente GNU/Linux, en instituciones estatales, dará empleo al talento de miles de ingenieros que hoy vegetan como operadores de computadoras en un sinnúmero de lugares; además, por precepto y filosofía no hay nada más parecido al socialismo en tecnología que el SWL; por cuanto es socialmente justo, económicamente viable y tecnológicamente sostenible. Desde hace cerca de diez años tenemos una guía de migración que parece interesarle a muy poca gente; mientras el Ministerio de Educación sigue, al parecer ajeno a lo que sucede en el mundo, enseñando a nuestros hijos el uso de Windows. Debiéramos preguntarnos por qué Munich, la segunda ciudad del país más poderoso de Europa continental; Venezuela, primera reserva de petróleo del mundo; la estación espacial internacional, el acelerador de partículas atómicas, la fuerza aérea de Estados Unidos y hasta Wall Strett, usan SWL. Lo usan ellos y debiéramos nosotros masificar su uso no sólo porque es libre; sino, porque podemos tener control sobre su código, porque se adecua a las necesidades del lugar de empleo, porque permite reutilizar equipos antiguos y no reciclarlos que es más costoso, porque desarrolla el espíritu colaborativo y comunitario, porque tendríamos al alcance de la mano los desarrolladores (los mismos informáticos que hoy están muchas veces subutilizados), y porque el día de mañana, si las relaciones con Estados Unidos se llegaran a normalizar, no tendríamos que pagarle a Microsoft las decenas o cientos de miles de dólares -quizás más-, que cuestan las licencias de sus productos, dineros que podríamos emplear en alimentos, medicinas o insumos básicos para la vida. Usar SWL, es usar el sentido común.

He dicho lo que tenía que decir y no importa ahora el juicio que de ello se forme la gente malévola o ignorante o el mal que se me venga encima por decirlo. De José Martí, quien más me ha dado después del Cristo, aprendí que antes de lo que conviene hacer está siempre lo que se debe hacer, y decir a tiempo es un modo de hacer porque ayuda a preveer. Cuando escribí mi epitafio declaré, de manera inapelable y por descontado, ser hijo de esta tierra; por ello, ya sea que gima en un valle de lágrimas o rebose de felicidad, mi primera palabra será siempre para Cuba.

Manzanillo de Cuba, febrero y marzo de 2014.

1 comentario en “Palabras para el VIII Congreso de la UNEAC

  • Asombroso! Escrito en 2014 y hoy mantiene su total vigencia. Necesitamos urgentemente oidos receptores de nuevos decisores.

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