Resumen: un estudio sobre una de las comunidades intelectuales más sobresalientes de Cuba.
Autores: Profesor Asistente Roberto Castillo, Profesora Asistente Elda Brizuela Arcia, Licenciada Sara María Botello Ramírez y Licenciado Apolinar Reyes Espinosa.
ÍNDICE
I.-RESUMEN.
II.-INTRODUCCIÓN.
III.-DESARROLLO.
-El Grupo Literario de Manzanillo. Antecedentes.
-Fundación. Criterios de Epi Sánchez Quesada. Contexto histórico-social. Núcleo primigenio, la pentarquía. Los «pioneros». Criterios al respecto.
-Membresía del Grupo Literario de Manzanillo. Aproximaciones a un listado incompleto.
-Características del Grupo Literario.
-Actividades del Grupo Literario.
-Extinción del Grupo Literario de Manzanillo. Consideraciones al respecto. Vigencia en la Revolución.
IV.-CONCLUSIONES.
V.-CITAS Y NOTAS.
VI.-BIBLIOGRAFÍA.
RESUMEN:
La presente investigación tiene como objeto el acontecer literario de Manzanillo y, específicamente, la ejecutoria artística del Grupo Literario de Manzanillo como una auténtica manifestación de la cultura cubana.
Surge esta inquietud investigativa al conocer la rica actividad que alrededor de la revista Orto, fundada por Juan Francisco Sariol en 1912, realizara un numeroso grupo de hombres y mujeres con inquietudes artístico-literarias que conformaron el denominado Grupo Literario de Manzanillo, denominación que tomó a raíz de su constitución en 1921.
Figuras de renombre universal como Manuel Navarro Luna, José Manuel Poveda y Luis Felipe Rodríguez tienen en sus currículum vitae la pertenencia a este Grupo Literario; sobre ellos existe numerosa bibliografía crítico-investigativa; pero del resto de la membresía y de la actividad del Grupo como tal, de sus proyecciones sociales y culturales en conjunto sólo existen referencias sintéticas en algunos textos como el Diccionario de la Literatura Cubana y el libro de Max Henríquez Ureña Panorama Histórico de la Literatura Cubana, textos que sirvieron de punto de partida para toda la indagación posterior que se realizó.
Con este fin, fue consultado un número considerable de publicaciones periódicas, fundamentalmente de Manzanillo, donde se recogen colaboraciones de los miembros del Grupo Literario y de la actividad general que en la cultura se desarrollaba en esta ciudad. Una fuente de consulta importante fue el Índice de Orto para conocer los miembros que colaboraron en ella y otros aspectos importantes. Fue revisado un grupo de revistas Orto existentes en el Archivo Histórico y en la Casa Museo Navarro Luna, así como otras provenientes de donaciones particulares. Se consultaron entre otros periódicos y revistas El Eco de Manzanillo, Orientación, Avance Literario, Selva Manzanillera, así como los prólogos de algunos libros en la Editorial El Arte, entre ellos Zumo y Juguetería de Ensueño de Sariol. De todo ello se obtuvo una información vital para los fines que persigue esta investigación: realizar una monografía que recoja, lo más ampliamente posible, la ejecutoria que por más de 40 años tuvo el Grupo Literario de Manzanillo.
El método fundamental empleado es el método teórico, dado que la indagación bibliográfica ha sido esencial en este trabajo, a través de ella se obtuvo alrededor del 90% de la información y el resto de fuentes testimoniales provenientes de familiares, contertulios y conocidos cercanos a miembros del G.L.M.
Gracias a ello, se pueden ofrecer datos interesantísimos acerca de la actividad cultural y social desplegada por diferentes integrantes del Grupo, facetas inéditas de la vida cultural manzanillera y de quienes la hacían posible, así como documentación gráfica (fotos, objetos, revistas y periódicos, libros, autógrafos, dedicatorias, etc) vinculada a esta actividad.
De hecho, este es un aspecto de la historia cultural local inexplorado hasta ahora, de lo cual resulta el carácter novedoso del trabajo.
El mismo se estructuró inicialmente para ser desarrollado en tres etapas cada una de las cuales comprendía la búsqueda de datos sobre la vida y obra de diferentes figuras del Grupo con su consiguiente valoración y elaboración de la síntesis biográfica.
En la medida en que se fue avanzando, crecía el número de integrantes del G.L. y se comprobó la imposibilidad de realizar este tipo de trabajo con todos, labor casi imposible si se tiene en cuenta que muchos sólo colaboraron esporádicamente, vivieron fuera de la localidad, eran poco conocidos o no se hallan datos ni referencias sobre ellos.
Esto determinó que se localizara la atención en los aspectos generales acerca de las actividades y proyecciones del G.L. tomando como base los elementos que aportaban los datos biográficos, referencias y testimonios sobre los más conocidos y lo que aportaba la prensa en sus secciones sobre la vida local.
El desarrollo de esta trabajo nos ha permitido conocer la intensa actividad periodística que se desarrollaba en Manzanillo, la rica labor cultural desplegada que trascendía más allá de las fronteras locales, pero además, ha demostrado todo lo que queda aún por investigar en el campo de la cultura local.
Los datos obtenidos en esta investigación contribuyen al rescate de nuestros valores culturales locales y nacionales y su valor en este sentido aporta al conocimiento de nuestra historia cultural por lo cual sus resultados puedan engrosar los fondos del Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba, del Archivo Histórico Municipal y del Sectorial de Cultura.
Son aplicables sus resultados en el sector de la Cultura quien debe ser receptor directo de los mismos a fin de que sean presentados en eventos sobre la cultura local y nacional; del mismo modo, pueden insertarse estos resultados en la programación radial para que sean difundidos en programas culturales; por otra parte el I.L.L. (Instituto de Literatura y Lingüística) de la A.C.C. (Academia de Ciencias de Cuba) puede obtener datos que enriquezcan el Diccionario de la Literatura Cubana.
INTRODUCCIÓN:
La ciudad de Manzanillo, durante las primeras décadas de este siglo, constituyó, conjuntamente con Santiago de Cuba y Guantánamo, una de los focos culturales más importantes de la antigua provincia de Oriente dada la intensa actividad que en el campo de las artes se desplegó en esta porción del territorio nacional.
Desde principios de esta centuria se reunían aquí un grupo de escritores y artistas que, con disímiles criterios artísticos y políticos, tenían como eje aglutinante la creación literaria ya sea en el campo de la poesía o en la prosa, o en ambos a la vez. Reunidos en forma ocasional, en pequeñas tertulias de café, en el parque o en casas particulares, publicando sus obras en la prensa local, fueron nucleándose paulatinamente todos aquellos que tenían inclinaciones por las bellas letras. La fundación de Orto en 1912 constituyó la piedra angular de lo que sería con el discurrir del tiempo la obra monumental del Grupo Literario de Manzanillo que se constituyó como tal en 1921.
Lo que representó el G.L.M (Grupo Literario de Manzanillo) durante la etapa de seudorepública en que se gestó y desarrolló sus actividades puede y debe ser valorada como un hecho trascendente en la cultura cubana.
De ello da fe Max Henríquez Ureña cuando expresa sintéticamente en su libro Panorama Histórico de las Letras Cubanas:
A partir de 1912 la ciudad de Manzanillo se convirtió en el centro más importante de la actividad literaria juvenil de la provincia de Oriente (…) Entorno a Orto, la Biblioteca Martí y la imprenta de Sariol se formó, es decir, tomó consistencia como agrupación de intelectuales, el «Grupo Literario de Manzanillo» del cual forman parte, entre otros, Miguel Galiano Cancio (…); Angel y Braulio Cañete Vivó; Julio Girona; Filiberto Agüero (…); Epifanio Sánchez Quesada; Nemesio Lavié, Manuel Navarro Luna, (…); Alberto Aza Montero y Ghiraldo Jiménez (…) El Grupo Literario de Manzanillo contaba también en su seno con Luis Felipe Rodrígues (…)(1)
Criterios como el anterior, en el que se reconoce la valía del G.L.M. han vertido diversos críticos y artistas que establecieron relaciones con el mismo, ya sea a través de Orto, en visitas a Manzanillo y/o por contactos personales. De primera mano y por su valor testimonial y afectivo son los que dieron algunos de los que formaron parte de su membresía, tales son los de D. Modesto A. Tirado en Efemérides de Manzanillo (libro injustificadamente inédito), Epifanio Sánchez Quesada en Memorias de un Manzanillero y especialmente Rogelio González Ricardo quien dejara inconclusa una exhaustiva labor de biografiar a los miembros del G.L.M. y publicó en la revista Letras numerosos artículos al respecto, convirtiéndose de hecho en el cronista de la agrupación. Gracias a su legado conocemos muchos e interesantes datos de la actividad socio-cultural del G.L.M.
No obstante, a y pesar de la considerable información publicada, no conocemos la existencia de un trabajo de mayor envergadura sobre este tema. Estimamos que no existe un estudio integral sobre lo que constituyó para la cultura nacional la ejecutoria del Grupo Literario de Manzanillo.
Y tal es nuestro objetivo: indagar qué fue el G.L.M, quiénes sus integrantes, cuáles sus obras y valorar la proyección socio-cultural que tuvo y su trascendencia en la cultura cubana.
Partimos de la hipótesis de que el G.L.M. constituyó una de las más importantes agrupaciones literarias de la Cuba seudorrepublicana por su larga y fructífera ejecutoria y por la calidad artística mostrada por muchos de sus miembros, algunos de ellos de renombre nacional y universal. La demostración de la misma arrojará resultados altamente positivos desde el punto de vista socio-cultural.
Esta investigación ha sido apoyada por dos Trabajos de Curso, una investigación sobre la vida y obra de Juan Francisco Sariol y un Trabajo de Diploma sobre la vida y obra de Alberto Aza Montero.
Pero sobre todo hemos contado con la valiosa colaboración de:
.Terencia Céspedes, viuda de Sariol.
.Libia, Olga e Hilda, hijas de Sariol.
.Digna Gramatges, viuda de Aza Montero.
.Clara Arrieta, hija de Horacio Arrieta.
.Clara Aurora Hernández Arrieta, nieta.
.Zoila Arquízar, viuda de Eduardo J. Pollán.
.Juan C. Pollán, hijo.
.Elba Lía Font, hermana de María Luisa Font.
.José «Nono» Escala, hijo de José «Pepito» Escala.
.Rafael Soto Peña, miembro del Grupo.
.Oscar Mas Brínguez, miembro del Grupo.
.Enrique «Kiky» Véliz, miembro del Grupo.
.Ángel Pena, colaborador y amigo personal.
.Wilfredo Naranjo Gauthier, miembro del Grupo.
Y muchos otros compañeros del Archivo y del Sectorial de Cultura quienes nos prestaron toda su colaboración.
A todos ellos, integrantes de este pueblo laborioso y culto va dedicada esta investigación, consciente de que ésta es el comienzo de una labor de rescate y valoración de la cultura manzanillera a la cual el Grupo Literario de Manzanillo contribuyera con su bella ejecutoria.
DESARROLLO:
El Grupo Literario de Manzanillo. Antecedentes.
La historia de la nacionalidad cubana no puede escribirse obviando el nombre de Manzanillo, zona geográfica que atesora valores histórico-culturales insoslayables en el proceso gestor y de desarrollo de nuestra identidad nacional.
Nuestro primer monumento literario, “Espejo de Paciencia”, escrito por Silvestre de Balboa, tuvo su génesis en los acontecimientos que tuvieron lugar en 1604 en las playas aledañas a lo que posteriormente, dos siglos después, sería la villa de Manzanillo.
Demajagua, Yara y Bayate, asocian los nombres inmortales de Céspedes, Masó, Titá Calvar y tantos otros que llevaron adelante nuestras gestas independentistas contra la colonia. Patriotismo y cultura se interrelacionan de tal modo en esta región, que es lícito afirmar que nuestros primeros patricios fueron también nuestros primeros hombres de letras, si añadimos a estos nombres el del ilustre manzanillero Rafael María Merchán.
De este modo, la vida cultural de Manzanillo está vinculada directamente al proceso evolutivo de esta región desde el momento en que fue constituida como villa el 19 de agosto de 1833 y se creó su Ayuntamiento por Real Orden.(2)
A partir de entonces, con la creación y construcción de diferentes obras públicas como escuelas, hospitales, el Teatro Principal (luego Manzanillo) en 1856 y la introducción de la Imprenta por Francisco Murtra en 1857, seguido de publicaciones periódicas como El Eco de Manzanillo en ese mismo año, fueron sentadas las bases para el florecimiento cultural que se produciría posteriormente.
Durante los últimos años del siglo XIX, la actividad cultural de la ciudad era relativamente intensa, su último tercio vio nacer a la figura de Alberto Segrera de la Rosa poeta notable, y, sucesivamente, a los que ya en las primeras décadas del XX constituirían la pléyade artística más importante de la primera mitad y sus años posteriores.
No obstante, salvo constantes excepciones, debido a los afanes independentistas que envolvían a la región, no hubo manifestaciones notables en la literatura finisecular, si bien hubo una intensa actividad periodística.
Con el advenimiento del siglo XX, finalizada la guerra independentista y constituida la república mediatizada, Manzanillo es ya una ciudad en desarrollo con un pujante núcleo cultural de intelectuales, hombres y mujeres deseosos de llevar adelante la creación artística.
La generación de los más destacados intelectuales que conformaron el núcleo primario del Grupo Literario habían nacido alrededor de la penúltima década del XIX y sus primeras expresiones artísticas comienzan a ver la luz en algunas publicaciones periódicas locales y sus intercambios de criterios estéticos se hacían informalmente alrededor de la mesa de un café o en alguna casa particular, se aprovechaban también alguna que otra velada o paseos campestres a los que concurrían unos pocos.
El esfuerzo inicial por lograr una publicación que nucleara a los intelectuales del momento lo fue, en nuestro criterio, la fundación de la revista Alma Joven, cuyo primer volumen aparece el 5 de mayo de 1908 dirigida por Pepe Soler y Ángel Cañete.
Alma Joven fue una revista semanal en la que colaboraron asiduamente todos los que hacían literatura, fueran nuevos o viejos valores. Se publicó hasta el 7 de febrero de 1909 y alcanzó la cantidad de 29 números.
Ente grupo inicial acogió con beneplácito la aparición de Orto en 1912 (7 de enero) y se incorporaron de lleno a su colaboración, aunque, como expresara Sariol: «(…) por tiempo se notó en algunos la triste natural añoranza de anterior esfuerzo colectivo en derredor de una revista que había sido novia alentadora de felices ensueños: Alma Joven.(3)
No obstante, la valía primigenia que constituyó Alma Joven en tanto revista literaria y la actividad cultural que ya aquí se realizaba, consideramos un antecedente importante por lo que aportó el que proviene de Santiago de Cuba de un grupo de intelectuales que diariamente se reunía en la imprenta de Arroyo y publicaban en el Pensil, revista que dirigía Sariol: «(…) Se reunían siempre a la misma hora, Jerez Villareal, Fernado Torralva (…), Enrique Gay Galbó (…), Luis Vázquez de Cuberos (…), Campoamor de la Fuente (…) Recaredo Répide (…), Alberto Giraudy, Rafael Argilagos, Arturo Aguiar (…), Alfonso Camín. Este grupo representaba la escuela modernista, con José Manual Poveda a su frente. Era un grupo de vanguardia.»(4)
De este grupo saldrían dos figuras que jugarían un papel importantísimo en el desarrollo posterior de la actividad intelectual manzanillera: Juan Francisco Sariol y José M. Poveda. De los anteriormente señalados por Sariol citamos a Jerez Villarreal quien en sus palabras anticipa lo que en Manzanillo haría posteriormente Sariol:
(…) Juan Francisco Sariol editaba El Pensil; en sus páginas hospitalarias, propicias a ideales de progreso y cultura, nos bautizamos unos cuantos; en ellas dimos riendas sueltas al pegaso volador de las inspiraciones, siendo el órgano que tradujo los anhelos de novedad y que llevó a los sectores intelectuales las voces revolucionarias. (…) A la distancia del tiempo (…), se confude El Pensil con aquel grupo literario adscripto en las filas de combate de la escuela modernista, a tal extremo, que no alcanzaríamos a explicarnos si El Pensil fue la criatura del Grupo o el Grupo fue la obra de El Pensil, fundado y sostenido por Sariol.(5)
Las condiciones derivadas del sistema económico imperante no permitirían la supervivencia de El Pensil; en la propia imprenta de Arroyo comienza a editarse una revista de «la gente de arriba», de la aristocracia, Oriente Literario cuyo director era Pascacio Díaz del Gallego. Tenía una encuadernación lujosa, papel cromo, con fotograbados de las bellezas del Club San Carlos y con sobrecubierta de papel de seda; de hecho pulverizó a El Pensil; además, las condiciones que les impuso Arroyo eran insalvables y los sueños fueron pisoteados por el capital. A pesar de ello, el espíritu de acción se mantuvo e inmediatamente, como reacción positiva, crearon Renacimiento, cuyo título simbólico denotaba los ideales que tenían. Se encargó a José M. Poveda la redacción del «Manifiesto a los escritores jóvenes de Cuba» y utilizaron la vieja imprenta de Antonio Torralbas. El empeño fracasó. Enrique Gay Calbo se hizo cargo de Renacimiento, con un administrador italiano llamado Nicolás d’Angelo y como no recaudaban para pagar los gastos de impresión de ediciones por ser una revista de minorías, murió a los dos meses. El grupo se dispersó: Gay Calbó marchó a Cienfuegos, de ahí a La Habana. Poveda retornó a la Universidad, Sariol viene para Manzannillo con Filiberto Guerra a regentear una imprenta. Sariol llega a esta ciudad a mediados de 1911 trayendo con él sus ideales, sus ambiciones más nobles y su insuperable voluntad de hacer.
Al llegar aquí se encuentra con un terreno fértil de creación artística y con un grupo de intelectuales en franco proceso de desarrollo. Inmediatamente se da a la tarea de aunar voluntades y a ella se suman con agrado todos los artistas y escritores de la localidad y sus alrededores.
La impronta trascendente la marcó, sin lugar a dudas, la visita que hiciera José Manuel Poveda quien «en noche inolvidable» ofreció una conferencia en el Teatro Principal: «(…) famosa conferencia dilucidadora de interesantes postulados en boga; las palabras sibilinas del propagandista ilusionado influyeron de manera decisiva en la conciencia dúctil de aquella valiosa juventud, a quien abría insospechados orientes; tal misa laica, de elevada límpida exaltación, de avivamiento de las ocultas potencias que divinizan la humana escoria, provocó magnífico florecer intelectual, y transcurridas unas semanas, cristalizaba con el parto feliz de la revista 0rto (…)».(6)
A los fundadores de Orto, entre los que se encontraban Miguel Galliano Cancio, Ángel Cañete Vivó, Francisco Rodríguez Mojena, José Maceo Verdecia, Julio Girona Pacheco y otros locales se incorporó el núcleo modernista de Santiago: Poveda, Sócrates Nolasco, Vázquez de Cuberos, Boti, Jerez Villarreal y algunos nuevos como Enrique Cazade, Martínez Anaye, etc.
«Y el fervor literario de la provincia prendió en Manzanillo como un foco de luz inextinguible».(7)
Bajo esta luz se desarrolló una enorme labor intelectual que tuvo repercusiones que trascendieron más allá de las fronteras locales y nacionales.
Con el advenimiento de Orto, la empresa editorial El Arte y la creación de la colección Biblioteca Martí, se hace posible la existencia del Grupo Literario de Manzanillo.
Fundación. Criterios de Epi Sánchez Quesada. Contexto histórico-social. Núcleo primigenio, la «pentarquía». Los «pioneros». Criterios al respecto.
El Grupo Literario de Manzanillo queda constituido oficialmente el 4 de septiembre de 1921, aunque sus actividades en forma de tertulia, charlas de café y discusiones artístico-literarias ya se venían desarrollando desde algunos años antes como ya se ha dicho.
Nadie mejor para hablamos de ello que uno de sus fundadores, Epifanio Sánchez Quesada «Epi», a quien citamos «in extenso» por constituir testimoniante de primera mano:
Primero fuimos cuatro los que nos sentábamos a departir por las noches en el Parque Céspedes. Después reunimos dos bancos y se acrecentó la tertulia al aire libre. Luego se añadieron algunas sillas, hasta que el amigo que las alquilaba -Vicente Seguí- con generoso desprendimiento nos asignó dos docenas de sillas, pintadas de azul, con las iniciales G. L en la parte posterior. Entre los que nos reuníamos allí se acordó designar esa institución «Grupo Literario». Era anárquica en su rectoría. Nadie la presidió ni pudo atribuirse su jefatura. Tal agrupación influyó de manera decisiva en la vida cultural y artística cubana. Se ofrecieron veladas en el Teatro Manzanillo brindadas al público gratuitamente.
En ellas tomaron parte oradores, poetas y artistas (…) En el Grupo Literario se discutían todos los temas y a veces se organizaban ágapes magníficos. Cierta vez hasta participamos en unos carnavales en los que ofrecimos a la curiosidad pública una carroza, de ambiente romano. (…) Había entonces entre los coagrupados un perenne deseo de superación. Y rara era la semana en que no se publicara un libro, o se exhibían dibujos o ensayaba una nueva pieza musical. Las reuniones de los congregados eran interesantísimas y a veces constituyeron acontecimientos extraordinarios con la visita, o la presencia en la tertulia, de renombrados literatos nacionales y extranjeros.
El Grupo Literario fue institución que se hizo estimar, respetar y aplaudir por su obra ejemplar y por la noble, limpia y levantada finalidad de sus propósitos. Dejó huellas profundas en el acervo cultural de Manzanillo y logró que sus hombres de letras se estimaran y comprendieran fraternalmente.
Lo más cercano a él, su cabal justificación de ser y de perdurar, fue siempre la revista Orto, fundada y dirigida por Juan Francisco Sariol, con el cual cooperó el Grupo en todo lo que fue preciso para el éxito y mantenimiento de la Nochebuena Martiana, desde que se instituyó el 27 de enero de 1926, así como también en lo relativo a las cuestiones literarias suscitadas por el buen nombre y prestigio de la propia revista. Como herencia de aquellos momentos de exaltación creadora quedan centenares de libros, revistas y eventos en los que se plasmaron los anhelos de mentes preclaras…(8)
No sólo por las palabras apasionadas de Epi se puede colegir la magnífica ejecutoria del G.L. (palabras que lejos de toda parcialidad dejan muy bien caracterizado al Grupo); también hemos valorado los criterios que otros miembros han vertido sobre sus actividades, opiniones que no dejan de estar matizadas por toda la nostalgia y el fervor con que rememoraban sus nobles empeños; tales son los de Modesto A. Tirado, Rogelio González Ricardo, Juan Francisco Sariol, Ángel Cañete y algunos sobrevivientes -jóvenes entonces- como Oscar Mas y Rafael Soto Peña, entre otros.
Una valoración caracterizadora de lo que fue el G.L.M. no podría hacerse sin tener en cuenta lo que representó en el contexto histórico-social donde desarrolló sus actividades.
El período de nuestra historia republicana comprendido entre 1921 y 1959 en el cual se inserta la actuación del Grupo se inicia bajo el gobierno de Zayas, pasando por la tiranía de Machado y, entre otros períodos de desgobierno, culmina con la tiranía de Batista, ciclo ominoso que cerraría con el amanecer revolucionario del 1ro. de enero de 1959.
Conocido es que bajo este período aciago de nuestra historia prevaleció el más absoluto entreguismo al capital norteamericano, el mayor desinterés hacia los elementales derechos del pueblo y la más cruenta represión a todo lo que se manifestara en contra. De más está decir, que en tal estado de cosas, la cultura en general estaba relegada al olvido y sus diferentes manifestaciones eran el producto de hombres y mujeres conscientes del papel que les tocaba jugar quienes volcaban sus esfuerzos personales en la creación de una cultura genuinamente cubana.
En esa sociedad hostil, de gobiernos desinteresados de la gestión cultural, sin presupuestos que apoyaran las empresas artístico-culturales nuestras, pero abiertos al coloniaje pro-norteamericano, se desarrollaba, no obstante, un movimiento creador, con peculiaridades propias, donde se imponía lo nacional y se estrechaban los nexos con nuestra realidad histórico-social.
Manzanillo no fue ajeno a este proceso. Como casi todas las pequeñas ciudades del interior del país, sufrió de preterición y desamparo. No obstante, la herencia mambisa se manifestó en aquellos que hicieron de este pueblo un vivero ideológico y flamearon la llama de la rebeldía contra los desmanes seudorrepublicanos. Desde 1906 en que se fundó el Partido Socialista Obrero por un precursor del socialismo en Cuba, Agustín Martín Veloz, «Martinillo», se reanuda la lucha organizada por las reivindicaciones político-sociales. Cuando se funda el primer Partido Comunista en 1925, Manzanillo delegó en las figuras de Barreiro y de Mella su representación. Más adelante, esta ciudad contó con el primer Alcalde Comunista, Paquito Rosales, quien creó entre otras cosas, la Comisión de Cultura presidida por el poeta revolucionario Manuel Navarro Luna. Por primera vez había un representante gubernamental preocupado por elevar el nivel cultural del pueblo. Se desarrollaron múltiples actividades en las que participaron artistas e intelectuales locales y nacionales. Una de las más trascendentes fue el festival político-cultural denominado «La canción de Stalingrado», que contó con la presencia de Nicolás Guillén. Navarro Luna compuso la letra de la Canción de Stalingrado, Carlos Puebla la musicalizó y Eleuterio Estacio «Chichín», hizo la orquestación.
A fines de 1946 comenzaron nuevamente los ataques al movimiento revolucionario dirigidos contra la dirección del Partido, la unidad popular y las organizaciones obreras. Así, durante los gobiernos auténticos, especialmente desde el 46 al 52, se exacerbó el sentimiento anticomunista, la brutal represión al movimiento obrero y el asesinato de sus dirigentes obreros, campesinos y estudiantes, incluyendo a intelectuales y pueblo en general, sobre todo a raíz de instaurarse la sangrienta dictadura de Batista.
A todo este proceso represivo el pueblo de Manzanillo supo responder con valentía y coraje. Sus hombres y mujeres la transformaron en antesala de la Sierra Maestra y a su acción se vinculan gloriosos nombres como el de Celia Sánchez, René Vallejo y muchos más.
Y es en este contexto en el que desarrolla su actividad el G.L.M que si bien no tuvo una definición política -como por ejemplo el Grupo Minorista- sus integrantes en su inmensa mayoría se pronunciaron por el progreso social y dejaron con su actuación una huella indeleble en la esfera cultural al constituirse como la agrupación artístico-literaria de mayor longevidad en Cuba y por haber contado con un órgano de difusión que cubrió más de 40 años de actividad, la revista Orto.
El núcleo primigenio. La «pentarquia». Los «pioneros». Criterios al respecto.
Por el testimonio de Epi Sánchez Quesada conocemos que fueron cuatro los que inicialmente se reunían en calidad de contertulios en el parque Céspedes, pero no nos dice sus nombres. Sabemos que él es uno de ellos.
La indagación posterior nos hizo encontrar una foto donde se expresa: «En esta fotografía -tomada en 1927- aparecen cuatro de los cinco creadores del Grupo Literario de Manzanillo; el quinto, José Manuel Poveda, había fallecido el año anterior. Son de izquierda a derecha: Filiberto Agüero Rosales, José E. Soler Arias, Ángel Cañete Vivó y Epi Sánchez Quesada. De ellos superviven Cañete y Epi».
Este dato complementa lo expresado por Epi y concuerda con lo planteado por Rogelio González a quien citaremos más adelante.
Así pues, ya tenemos a un grupo primigenio, a los que se les ocurrió la designación de Grupo Literario a esa agrupación intelectual; pero, ¿de quién fue la idea en particular? ¿Cuál fue el momento específico en que se gesta el nombre? Todavía esa es una incognita por despejar.
Rogelio González Ricardo, considerado uno de los miembros fundadores, en una de sus reseñas sobre el G.L.M establece una distinción entre creadores y fundadores señalando que el carácter de fundador lo tienen todos aquellos que en su calidad de poetas, escritores, periodistas se adhirieron al Grupo siguiendo las orientaciones señaladas por la «pentarquía». La misma, de acuerdo con su criterio y en concordancia con lo antes expuesto, estaba conformada por Filiberto Agüero, Ángel Cañete, José Manuel Poveda, Epi Sánchez Quesada y José E Soler.
Por su parte, Don Modesto A. Tirado en su libro inédito Efemérides de Manzanillo señala como «pioneros» de esta agrupación Miguel Galliano Cancio, Emilio Barrero, Rogelio González Ricardo, Julio Girona, Filiberto Agüero, José Machado, Manuel Navarro Luna, Luis Felipe Rodríguez, Juan Francisco Sariol, Basilio Díaz, Alfonzo Sánchez Quesada, Jose E. Soler, Horacio Arrieta, Ángel Cañete, Manuel Aparicio Suárez, Emilio Alemán, Epifanio Sánchez Quesada y Manuel Jurado. Estos nombres son coincidentes con las firmas que aparecen en la cara posterior del souvenir que con motivo del almuerzo de constitución del Grupo imprimiera Sariol en su imprenta. Tirado no incluye entre esos pioneros a José M. Poveda a quien luego señala en una relación posterior como integrante del Grupo.
Sin pretender establecer jerarquizaciones de criterios y dilucidar quien tiene la verdad en sus manos sobre un hecho de esta índole, lejano en el tiempo y desaparecidos sus protagonistas principales, solo nos queda expresar nuestras conjeturas al respecto.
Partimos de la comprensión de que quienes testimoniaron sobre el Grupo fueron partícipes directos de sus actividades, miembros activos, testigos excepcionales de una labor cuya envergadura quizás no podían valorar inmediatamente por estar inmersos en su vorágine. Sólo al transcurrir del tiempo, cuando la efervescencia generada se ha atenuado, ven la luz estas memorias, recordatorias de la febril actividad.
Memorias de un Manzanillero, de Epi, se publica en 1956 y los artículos de “El Grupo Literario de Manzanillo I y II”, de Rogelio González Ricardo se publican en la revista Letras en 1955. El libro Efemérides de Manzanillo de Modesto A. Tirado no se ha publicado aún -¿no se publicará jamás?- suponemos que lo comenzara a redactar durante la década del 40. Al morir en 1952 continuaba trabajando en él.
El lapso transcurrido permite la posibilidad de omisiones y olvidos involuntarios, cambios y disparidades de criterios, sobre todo si conocemos que escribían mucho de memoria; pero consideramos que todos son coincidentes en un aspecto: la mejor intención de fijar para la posteridad la validez de la actuación del Grupo Literario de Manzanillo.
A pesar de todo, si tuviéramos que decidir quiénes son los primeros, nos atenemos a la versión de Epi corroborada por González Ricardo y constatada por la foto anteriormente aludida.
Membresía del Grupo Literario de Manzanillo. Aproximaciones a un listado incompleto.
Al hacer referencia en el punto anterior a quiénes pueden ser considerados «creadores», «fundadores» y “pioneros”, nos apoyamos en los datos ofrecidos por quienes vivieron el orto, la plenitud y el ocaso de tan significativa agrupación; sin embargo, dichos documentos no son coincidentes en cuanto a determinar la cantidad de figuras que integraron la membresía del Grupo.
En nuestro criterio hay tres causas fundamentales que contribuyen a que exista tal disparidad:
Primera: fallas en la memoria y el tiempo transcurrido (ellos mismos hacen alusión a esto en diversas ocasiones).
Segunda: la «desorganización» interna que tenía la agrupación no permitía saber quién y cuándo entraba o salía del Grupo.
Tercera: el G.L.M. en tanto agrupación no fue cerrada en su concepción -todo lo contrario- desde sus inicios se abrió a todos y a todas las inquietudes artísticas vinieran de donde vinieran.
La heterogeneidad fue su signo. La renovación fue constante. En los años 45 años de Orto y los 36 del G.L (si tomamos como el año de liquidación del Grupo el del cese de Orto en 1957)(9) el flujo y reflujo de los miembros fue constante, se iban unos y otros llegaban. No todos los que estuvieron dejaron huella visible y algunos su mejor obra la realizaron en el campo de su profesión u oficio. Muchos llegaron transitoriamente a Manzanillo, gustaron del ambiente cultural que existía, pusieron su granito de arena y se fueron; otros ni siquiera vivían en la localidad, hacían visitas de cortesía, participaban en alguna que otra tertulia, escribían algo para colaborar y regresaban a su origen; a través del tiempo fueron muriendo muchos, otros naciendo y, llegado su turno, se incorporaron al Grupo; en fin, el renuevo fue constante. De aquí -es lógico- que en la memoria de los que brindan su testimonio evocador existan lagunas que ya no podrán llenarse.
La heterogeneidad del Grupo, la casi imposible determinación de sus integrantes y de los que tomaron parte en sus actividades considerándose miembros, amén de la falta de documentos y testimonios sobre una gran parte, no permite establecer fechas exactas o una cronología por etapas, ni mucho menos determinar cantidad exacta de miembros.
Sabemos por la bibliografía consultada y los testimonios recogidos que entre los integrantes del Grupo hubo músicos, pintores, escultores, además de los literatos; pero además fueron abogados, comerciantes, maestros, periodistas, oficinistas, empleados; había pequeño-burgueses y proletarios, religiosos y ateos, masones, liberales y conservadores, universitarios y autodidactas, comunistas y anticomunistas, bohemios, abstemios y bebedores; en fin, había dentro de la composición del Grupo Literario un conglomerado humano a quien unía, por encima de credos religiosos y políticos, el común empeño de crear, de hacer cultura para el pueblo. En ese sentido constituyeron una confraternidad en la que primaba el respeto, la caballerosidad y el más amplio compañerismo.
La relación más amplia de contertulios nos la había ofrecido inicialmente Epi quien en sus Memorias… llega hasta la cifra de 9 mujeres y 83 hombres; Modesto Tirado en su libro refiere una cantidad de 7 mujeres y 35 hombres; por supuesto, ninguno plantea que sean definitivos esos listados. Todos se complementan. Al confrontarlos hemos podido observar como aumenta continuamente la cantidad. Así, nos encontramos con una relación anonadante ofrecida por González Ricardo que asciende la cifra hasta 262. Claro, aquí hace la salvedad que él incluye a «todos los que en Manzanillo han rendido o están rindiendo labor literaria o artística en sus más diversas manifestaciones».(10)
En ese «todos» incluye a los del pasado siglo (siglo XIX) y a quienes no se consideraron miembros del Grupo. Aquí radica lo valioso y lo engorroso de este listado.
Sariol y el propio González Ricardo aportan otros nombres no recogidos en los listados. Como podrá observarse la nómina es extensísima, muy representativa por cierto; pero, ¿es completa?, ¿abarca realmente a todos los que realmente prestaron su colaboración en la magna obra? Estamos seguros que no. Aún quedan muchos documentos por revisar y testimonios que recoger. Y… quizás, nunca la relación sea completa.
Aquí cabría, bajo este epígrafe de la membresía abordar la personalidad y obra de los mismos. Esto aún no lo consideramos posible. De los más conocidos: Sariol, Navarro Luna, Luis Felipe y Poveda se ha escrito bastante; sus vidas y obras están recogidas en casi todos los textos de Literatura Cubana que se han editado y a ellos, salvo a Sariol, se han dedicado numerosos estudios monográficos. Hacer algo parecido con el resto es, repetimos casi imposible. Nos corresponde, no obstante, con el mejor espíritu investigativo, continuar en la ingente labor de indagación para sacar a la luz la mayor cantidad de figuras posibles. De algunos de ellos se han confeccionado fichas biográficas y síntesis biográfico-literarias.
Características del Grupo Literario.
Como se ha podido observar el Grupo Literario no surge por generación espontánea. Las condiciones que le antecedieron sentaron las bases para su peculiar existencia. Peculiar, sí, porque la singularidad del nacimiento y desarrollo de esta agrupación la hacen distinguir del resto de los grupos artístico-literarios que a lo largo de nuestra historia han existido, cuya estructura y organización interna permitieron dejar constancia de quienes las presidían, actas de constitución, manifiestos que daban fe de sus filiaciones políticas y estéticas, etc.
El Grupo Literario de Manzanillo no tuvo organización interna, jamás contó con Presidentes, ni Secretarios ni Financieros, fue, como decía Epi, «una organización desorganizada»; para que funcionara solo tenían que reunirse más de uno. Para tomar una determinación o acuerdo para la realización de una actividad bastaban cinco. De hecho, no existían ni estatutos ni reglamentos, tampoco tenían local fijo para sus reuniones, nunca lo tuvo, si bien la redacción de Orto puede considerarse la casa del Grupo, sobre todo a partir de 1929 en que se inician las «charlas de los miércoles», día escogido para el intercambio de criterios y discusiones literarias con miembros locales, nacionales y extranjeros. Su punto de confluencia era el Parque Céspedes, del lado de la calle Maceo y próximo al busto de Merchán, donde, desde los inicios, se sentaban en aquellas sillas pintadas de azul -«el arte es azul», decía Cañete-.
De todo esto se desprende que para pertenecer al Grupo sólo había que tener inquietudes artísticas y compartirlas con los demás, asistir de forma más o menos regular a las distintas actividades que realizaban y dar a conocer sus obras en las tertulias o a través de Orto, y si radicaba fuera de la localidad mantener el nexo con el Grupo mediante cartas y colaboraciones.
Al no existir reglamento alguno, ni requisitos de ningún tipo, nunca se tuvo en cuenta para ser considerado miembro de esta agrupación el credo político y religioso, el sexo, la edad, la posición social, oficio o profesión, criterios estéticos, en fin nada se exigía para ingresar, solo el interés por contribuir al desarrollo de la cultura y de su ciudad. Esa era su ideología común. Colocar a Manzanillo a la altura de las ciudades más cultas del país y de América.
Si algo caracterizó al Grupo fue la unidad fraternal y la disposición de ánimo para acometer las diversas actividades que desarrollaron, ya fueran actos cívicos y patrióticos, homenajes a figuras locales o foráneas, nacionales o extranjeras, actos culturales, conferencias, etc.
El sentido de pertenencia al Grupo Literario era tal, que en todos sus miembros la actividad laboral o profesional desempeñada cabalmente, tuvo como complemento insustituible la creación literaria generada en y a partir del Grupo. Y aún cuando las vicisitudes económicas o la búsqueda de otras posibilidades impusieron el éxodo hacia otras regiones del país y fuera de él, los miembros del Grupo Literario permanecían fieles a sus orígenes, manteniendo la colaboración en Orto, su órgano aglutinador. Además, cuando desempeñaban sus labores en otros lugares siempre hicieron sentir su condición de miembros y su filiación a la tierra manzanillera, tales fueron los casos de Rogelio González Ricardo, Nemesio Lavié, Ángel Cañete, Julio Girona y Juan de Jesús Vázquez quien hasta el momento de su muerte en España se mantuvo colaborando desde allá. Este espíritu de pertenencia se mantuvo vigente hasta la década del 60 cuando los más viejos sobrevivientes del Grupo comienzan a morir.
En resumen: ¿Cómo caracterizar a una agrupación literaria que no tenía organización interna, que no tuvo directiva ni respaldo oficial de ningún tipo, que no apareció recogida o inscripta en ninguna sociedad de afiliados?
¿Cómo caracterizar a esta confraternidad artística que, con altas y bajas, se nutría con todo aquel que llegaba a ella con inquietudes artísticas, sin otra obligación que la de crear?
¿Cómo caracterizar a una generación -o varias generaciones- de intelectuales de diversa formación cultural, ideológica y religiosa y de diferentes procedencias sociales?
¿Cómo caracterizar una obra que abarcó todos los géneros literarios conocidos, los más diversos estilos personales, los más variados temas y que en conjunto suma más de cien libros y folletos, cientos de artículos, discursos y pequeñas colaboraciones, más un sinnúmero de actividades sociales y culturales, y además, todo lo que quedó inédito?.
El Grupo Literario de Manzanillo escapa a todo intento de esquematización. Es imposible caracterizarlo a partir de los presupuestos que definen determinados grupos afines o determinadas generaciones literarias.
En nuestro criterio, el Grupo Literario de Manzanillo fue un movimiento artístico-cultural que, en constante pugna frente al medio que lo limitaba y constreñía, impuso un quehacer único en su tipo, una obra artística como no la hubo en toda Cuba.(11)
Actividades del Grupo literario de Manzanillo.
Las actividades culturales y sociales en las que se proyectó el G.L.M. son innumerables y vendrían a constituir un grueso volumen el enumerarlas y comentarlas. Desde la más sencilla, pero esencial, como la tertulia, pasando por las conferencias homenajes, hasta las publicaciones periódicas (en Orto y demás periódicos) además de empeños mayores en forma de libros suman cientos de actividades, las más importantes de las cuales eran reseñadas en la prensa local y por supuesto en Orto.
Sin llegar a ser pretensión nuestra agotar este aspecto de actividades, nos referiremos a algunas de ellas que por su interés y la trascendencia que alcanzaron así lo merecen.
Su primera actividad pública en calidad de Grupo Literario de Manzanillo, fue una velada artístico-patriótica conmemorando la fecha del 10 de Octubre, se efectuó en la mañana de ese día del año 1921. Como constancia de esa memorable actividad queda un libro en el que se recoge todo lo acontecido en ese día. A continuación reproducimos una de las páginas introductorias:
RECUERDO
De la fiesta cultural y patriótica ce-
lebrada por el «Grupo Literario» de
Manzanillo en el Teatro Principal de
esta ciudad, la mañana del día10 DE OCTUBRE DE 21
SUMARIO
Discursos y Poesía, dichos, leídos y reci-
tados, en el festival, con los retratos de
sus respectivos autoresROGELIO GONZÁLEZ R. MANUEL NAVARRO L.
JOAQUÍN RAMOS LÓPEZ. MIGUEL GALLIANO C.
JOSÉ E. SOLER. LUIS F. RODRÍGUEZ.
Y JOSÉ MANUEL POVEDA.HE DICHO.
Monólogo original de «Epi» Sánchez Quesada,
recitado por
FILIBERTO AGÜERO ROSALES
Retratos del Músico y Poeta Emilio Barrero
y Ángel Cañete Vivó.
Juicios y Crónicas Sociales
relativas a la fiesta, publicadas porLA TRIBUNA LA DEFENSA
ORTO
LA MONTANA Y EL DEBATE
Dicho libro se publica en noviembre del mismo año, se editó en los talleres Tipográficos del Colegio de Corredores, situados en Saco 34. Tiene una dedicatoria que dice:
«A la Biblioteca del Grupo Literario» dedica esta
recopilación de joyas impresas».
Tirso Castillo R.
Este libro constituyó toda una revelación para la investigación, no solo por reseñar esta primera actividad del Grupo, sino por las fotos que contiene y la información general que ofrece. El año de 1921 significa, pues, el inicio de la proyección social que tendría el Grupo en la vida manzanillera y hacia toda actividad que tuviera que ver con la cultura. Esta proyección se mantendrá a todo lo largo de su existencia.
En 1926 se establece una de las actividades más importantes en las que se volcó el esfuerzo colectivo del Grupo Literario por el honroso precedente que sentó: la celebración de las Nochebuenas Martianas o Cenas Martianas, actividad de hondo contenido patriótico dedicada a homenajear la memoria de Martí. Surgen a iniciativa de Sariol guiado por el loable empeño de llevar a todo el pueblo, por la vía de la tradición, a rendir tributo y profundizar en el conocimiento de la Vida del Maestro.
Lo primera Cena se efectuó la noche del 27 de enero y contó con la presencia de Don Modesto A. Tirado, «el hombre que Martí trajo a Cuba», como expresara Jerez Villarreal; este hecho impregnó de emoción singular la actividad al narrar Tirado aspectos inéditos de la vida de Martí.
De esta ocasión primera quedó constancia en Acta que fue dictada por Benigno Aguirre y redactado por Ángel Cañete. En ella se expresa el espíritu y la alta finalidad que los guiaba, conocedores y practicantes de la divisa martiana de que «Honrar honra». Está firmada por todos los participantes.
A partir de entonces se estableció la celebración que influiría positivamente en el conocimiento de la personalidad y obra del Héroe Nacional. Cada año, distintos integrantes del Grupo leían sus poemas alegóricos o pronunciaban discursos los que generalmente eran publicados en Orto, así como sus artículos relativos a la fecha. En el Índice de Orto aparecen recogidas 21 colaboraciones sobre el tema.
Las actividades derivadas de las Cenas Martianas son considerables, muchas de ellas se proyectaron más allá de las fronteras nacionales, en diversos países de América y Europa; estas actividades fueron dadas a conocer a través de Orto en formas de crónicas como la que aparece en el No.7 de mayo-junio de 1953 de Mercedes Pinto sobre la Cena Martiana celebrada por estudiantes cubanos residentes en Madrid. Pueden citarse además como otras colaboraciones sobre el tema las de Julio Febres Cordero de Venezuela, Federico Hernández y Carvajal, Juana de Ibarbourou, Gabriela Mistral, etc. Del ámbito nacional se destacan las de Agustín Acosta, Emilio Bacardí, Regino Boti, Félix Lizaso, Raúl Roa, etc.
Esto nos va convenciendo de que al Grupo Literario de Manzanillo lo habían tomado en serio las más prestigiosas figuras y personalidades de la cultura y la política del momento.
El año de 1929 marca el inicio de las denominadas «charlas de los miércoles» en la redacción de Orto. A ellas asistían «más de una veintena de escritores, artistas y poetas, y para una de las cuales viniera expresamente de Santiago de Cuba el connotado literato Max Henríquez Ureña».(12)
Asistieron también artistas extranjeros como Eduardo Zamacois, Villaespesa, Don Federico Henríquez y Carvajal, entre otros. Consideramos que estos nombres son suficientes para otorgar el aval de importancia a las actividades que hacía el Grupo.
Constituyeron actos notables del Grupo las ediciones extraordinarias que se hacían en Orto, números monográficos dedicados a homenajear fechas patrias o personalidades relevantes, así como las ediciones de libros importantes, actividades sobre las que se volcaba todo el ardor y las potencias creadoras del Grupo. Se hacían ediciones muy bien diseñadas y encuadernadas que no tenían nada que envidiar a otras hechas con mayores recursos técnicos y económicos que El Arte. Sirva de ejemplo la siguiente anécdota: «¿Y qué diremos de cuando Navarro Luna le mandó su libro Surco a Hernández Guzmán? La hija lo recibió del cartero, y al entregárselo a él se apresuró a decirle: «Este viene de París» Y… era de Manzanillo».(13)
Pero es que aquí lo que faltaba en recursos era suplido por el amor y la entrega total al arte, lo que permitió que salieran obras maestras de los viejos chivaletes y de una imprenta de pedal.
Así, de estos empeños del corazón y de la mente, se lograron más de cien ediciones entre las que podemos citar: Con el eslabón de Enrique José Varona; Surco, de Navarro Luna; Ritmos en la noche, de Aza Montero; Merchán-Masó de González Ricardo y muchos más. De los 141 títulos que aparecen compilados en el catálogo hecho por Enrique «Kiki» Véliz en ocasión del centenario de Sariol, títulos editados en El Arte (y no están todos) 53 fueron escritos por miembros del Grupo Literario.
Entre las ediciones especiales de Orto en las que dieron su colaboración están las dedicadas a Carlos Enríquez, Rubén Dario, José Enrique Rodó (comentada por Henríquez Ureña en su libro Rubén Dario y Rodó), la de Villena, Poveda, María Luisa Milanés, etc. La de 1940 fue la dedicada a Sariol, ese año le fue conferida la Medalla de Oriente y fue proclamado Hijo Adoptivo de Manzanillo.
La actividad del Grupo Literario irradió realmente por toda la región, especialmente por los municipios cercanos a Manzanillo; en ellos se ofrecían charlas, conferencias y se escenificaban obras creadas por autores del Grupo, a esas actividades se suma la participación en un carnaval donde presentaron una carroza de estilo romano diseñada y construida con sus propios recursos.
El G.LM. indisolublemente vinculado a Orto, establece nexos solidarios entre los intelectuales del país y más allá de nuestras fronteras debido al intercambio cultural que se establece mediante canjes, correspondencia, donaciones y regalos, por lo cual, para muchos de los intelectuales que llegaban, constituía de gran interés establecer contacto directo y personal con los artistas manzanilleros.
En torno a esto hay un rico anecdotario que da la medida de ese interés, además de la enorme correspondencia intercambiada, todo lo cual representa una fuente valiosa de investigaciones posteriores.
Entre los visitantes extranjeros que establecen vínculos estrechos, intercambiaron criterios, ofrecieron charlas y dejaron su impronta imborrable en el seno del Grupo Literario, contribuyendo al brillo de sus actividades podemos citar a Max Henríquez Ureña, Federico Henríquez y Carvajal, Juan Chabás, José Luis Calbe, José María Chacón y Calvo, Berta Singerman, entre otros; de los nacionales pueden nombrarse a Regino Boti, Conrado Massaguer, quien vino interesado por lo que hacía Julito Girona, Emilio Ballagas, Enrique Serpa, Don Fernando Ortiz, Jorge Mañach, Carlos Enríquez, de quien se hizo una exposición con sus cuadros, Nicolás Guillén cuyos primeros poemas se los publicaron en Orto, Ángel Augier, a quien se le editó su primer poemario Uno en El Arte, y muchos más que venían atraídos por el influjo de la efervescencia artística y literaria que generaba el Grupo.
La estancia de estos intelectuales y artistas en Manzanillo constituían momentos importantísimos para la membresía del Grupo los que -dice Sariol- «declarábamos días festivos la presencia de intelectuales nativos y extranjeros», con lo cual, por supuesto, Manzanillo vivía días de fiesta cultural.
Pero no solo la actividad del G.L.M. se manifestó a través de la creación artística, sus miembros no vivieron ajenos al contexto social y político que los enmarcaba y en ese sentido se manifestaron como ciudadanos dignos de la cuna de Merchán y Masó. No había acto de carácter cívico o patriótico que no contara con la presencia del Grupo.
Sus criterios progresistas fueron dados a conocer a través de los editoriales de Orto, en artículos y en la prensa local. El problema de la educación, la salud y la economía cubanas serían abordados con objetividad crítica. La situación de la mujer, de la niñez, hallaron en ellos su expresión. La realidad internacional los motivaba de igual modo. A manera de ejemplo de todo lo antes dicho citamos las siguientes organizaciones y actividades en las que tomaron parte sus afiliados:
=Comité de Auxilio a los Niños del Pueblo Español (segundo surgido después del de México y primero en Cuba)
=Comité Pro-Amnistía para Presos Políticos y Sociales.
=Comité Pro-Cultura.
=Agrupación Feminista de Manzanillo.
=Club Cultural Deportivo (fundado por los comunistas)
=Mitin por el asesinato de Rubén Trejo.
=Posición de repudio a la profanación de la estatua de Martí por parte de marines norteamericanos.
Fueron muchas las actividades en las que se patentizó el espíritu progresista del Grupo y en tal sentido su proyección social incuestionable. Todavía queda mucho por investigar en este campo; cuando se haga un estudio más exhaustivo en la prensa local, saldrán a la luz muchas acciones más.
Extinción del Grupo Literario de Manzanillo. Consideraciones al respecto. Vigencia en la Revolución.
Un aspecto importante de nuestra investigación ha sido determinar el momento en el cual deja de existir el G.L.M. Esto no ha sido muy fácil. Esta vez no hubo almuerzo ni discursos, ni invitaciones; no está determinada la última actividad pública ni se editó libro que la reseñara.
¿Cómo precisar entonces cuándo desaparece el G.L.M.? ¿Desaparece repentinamente o fue un proceso paulatino de desintegración hasta su mutis final?
Inicialmente habíamos pensado que al dejar de existir Orto, órgano que los aglutinaba y los expandía al mundo, necesariamente el Grupo tendría qua desaparecer. Tal criterio estaba sustentado por las palabras de Sariol quien en 1957, cuando desaparece Orto debido a las circunstancias económicas difíciles y la crisis política de un país en efervescencia revolucionaria planteó:
Al desplomarse la revista en 1957. Cañete temió por mi vida (…) Ninguno había previsto eso (…) Pero Orto dejó de existir y yo me oscurecí, me desorienté. Desde mucho antes, y valiéndome de no sé qué para sacar ediciones que deslumbraban, teníamos que hacer la composición en linotipos de La Habana, a un costo que mi economía no podía soportar (…) Manzanillo ignoró siempre lo que me costaba el sostenimiento de Orto así como la propaganda del credo martiano. La desesperación se dejó sentir más en el extranjero, donde circulaba mucho por el nutrido canje y los envíos a escritores y bibliotecas (…) En tal estado de cosas el Grupo Literario estaba pasando a ser nada más que un generoso recuerdo. La mayor parte ya fallecidos y otros ausentes. Quedábamos media docena y tres jóvenes de la última generación que fue lo único que germinó en nuestro parnaso en más de veinte años de agotamiento: Manuel E. Bermúdez, Jesús Sabourín y Gustavo Navarro Lauten (…) La revista fue siempre de todos los del Grupo aunque todos afirmaban que Orto era yo.(14)
Tales palabras están dictadas por la conmoción que produce en Sariol ver que desaparecen 45 años de ingente labor de entrega sin límites a la difusión cultural.
No es menos cierto que el Grupo Literario recibe un golpe ¿mortal?, pero ¿a partir de ahí desaparece? Sariol plantea que en ese entonces ya el Grupo era «un generoso recuerdo», muchos fallecidos y otros ausentes; pero, ¿no fue una constante del Grupo en su devenir las ausencias y las entradas, las llegadas y las salidas, todo en un proceso constante de integración y desintegración?
Sin lugar a dudas el año 57 fue de crisis para el Grupo Literario, pero también la crisis era general en el país y a ellos, dolorosamente los afectó en uno de los aspectos más importantes: la revista que los nucleaba.
Consideramos que se produce entonces un repliegue de fuerzas -que no eran tan escasas como dijera Sariol- hacia diferentes publicaciones locales donde fueron acogidos sus trabajos. Así, revistas como El Eco de Manzanillo y Avance Literario y periódicos como Orientación, entre otros, acogieron los escritos de los miembros del Grupo; pero es que además, quienes dirigían, editaban y formaban el cuerpo de redacción de esas publicaciones eran integrantes del Grupo. De los nombrados, y en ese mismo orden, eran directores propietarios, Epi Sánchez Quesada, Horacio Arrieta e Hipólito Potal. Letras de El Federado Escolar era editada y dirigida en La Habana por Rogelio González Ricardo y todos mantuvieron vivo el espíritu del Grupo y constataban su existencia. Por tanto, tenemos que desechar la idea de la desaparición del Grupo en 1957 cuando deja de existir Orto.
Hasta 1959, año del triunfo revolucionario que inició el proceso de transformación radical de nuestra sociedad, el Grupo Literario de Manzanillo, con sus viejos valores y los nuevos incorporados, mantuvo una actividad literaria que si bien no se manifestaba con la misma efervescencia de lo que pudiéramos llamar la etapa gloriosa, sí sostuvo en alto el estandarte que los guiaba por la senda de la creación artística. Todavía estaban en plena actividad: Epi, Cañete, González Ricardo, Navarro Luna, María Luisa Fonst, Elvira Fornaris, Ramis, Cela, Pepito Escala, Carlota Lluch, Vega López, Oscar Mas y muchos otros que superan con creces la media docena referida por Sariol.
Son ellos los mismos que saludan alborozados el amanecer de Enero y se incorporan con nuevas energías a la construcción de la nueva sociedad en la cual el Grupo Literario todavía vive, todavía crea, todavía labora por la cultura manzanillera y cubana.
Durante los primeros años de la década del 60 aquí se continúa escribiendo bajo los auspicios del Grupo Literario, se habla en términos de Grupo y, si se duda, véanse las publicaciones de esos años: Letras, en La Habana, publica en 1961 “Nuestro Grupo Literario”, de José Escala Espinosa, son siluetas rimadas sobre integrantes del Grupo en las que se glosan los nombres de Sariol, Cañete, Cela, Galliano, Epi, R. González, Julito Girona, Manolo Navarro (sic.), Lavié, Ramis, Causa, Elvira Fornaris, Arrieta, Carlota Lluch, Aparicio, Bermúdez, Daniel Otero, Mallar, Gustavo Navarro, Cristóbal Uset, Hipólito Portal, José de la Luz Tamayo. En la misma revista aparecen colaboraciones de Lavié, los Aparicio, padre e hijo, Girona, la Fornaris, Causa, Mallar (con el seudónimo de Cecilio Miranda), añadiendo lo que el propio González Ricardo escribe.
Otro hecho que nos permite hablar de la existencia del Grupo Literario en esta etapa en el hallazgo en una revista Letras (nov-dic.61) del texto de un telegrama enviado por González Ricardo a Hipólito Portal en calidad de director del periódico Orientación donde se dice textualmente: «Desde el histórico Cortés, saludamos cordialmente a nuestros compañeros del Grupo Literario.»
Dicho telegrama fue respondido muy jocosamente por los «compañeros del Grupo Literario» y rubricado por alrededor de 20 de ellos. Entre ellos hay un «creador» que es Epi, un «fundador», que es González Ricardo; un pionero, que es Navarro Luna; varios antiguos: Ramis, Mallar, Escala, etc. y de los nuevos: Portal, Causa, Soto Peña, etc.
¿Hay o no hay representatividad y vigencia del Grupo Literario de Manzanillo en la Revolución? Indudablemente que sí.
Para corroborarnos todo lo anterior y dando fe de su postura al lado de la Revolución, hallamos un documento interesantísimo, tal vez el único de su tipo generado por el Grupo y quizás el último que saliera a la publicidad como manifestación de un pensamiento común:
EL GRUPO LITERARIO DE MANZANILLO
El Grupo Literario de Manzanillo -cónclave de todas las disciplinas y edificaciones del pensamiento creador en lo artístico, en lo periodístico y científico-, ha convocado sus fuerzas para incorporarse a la marcha de obligación, deber y cumplimiento, asignados a semejantes instituciones. […] Parecería como si el tiempo, tan largo a través del Grupo como positiva la cosecha de sus glorias universales, hubiese ungido con ácidos de disolución sin remedio, su presencia y aliento, sus signos y resonancias.
Pero ahí está la noche del 20 de Agosto de 1959, cuando un haz de tesoneras voluntades respondió presente en el lugar de la cita honorable: la Redacción de Orto, calificado como órgano oficial para las expresiones e irradiaciones del Grupo…
Porque ha de saberse que el abanico de esta resurrección se abre auspiciado y presidido por una premisa imperiosa que nos recuerda y nos manda: la de juntarse para la defensa del Gobierno Revolucionario y hacer avanzar la Revolución…
Aún cuando no sabemos quiénes suscribieron dicho documento, debido a que el impreso en nuestro poder no tiene firmas, debemos suponer que a él se adhieren todos los que hasta ese momento se consideraban miembros del Grupo.
Existe otro documento que acredita su permanencia y es un acta levantada en la redacción de Orto en ocasión del homenaje póstumo efectuado a Ángel Cañete; fechada a los 19 días de agosto de 1962 recoge el sentir del Grupo por tan dolorosa pérdida y al final la firman 30 miembros entre viejos y nuevos valores.
Esta década de 1960 verá morir de forma sucesiva y a veces simultánea a casi todos los antiguos escritores del Grupo: Elvira Fornaris en el 60; en el 62 Galliano y Cañete; en el 65 González Ricardo; en el 66 Navarro Luna; en el 68 Sariol; en el 69 Carrazana y aunque no están bien precisados, en esos años mueren Epi, Lavié y otros más.
En esta década dejan de salir también los periódicos y revistas que recogían y difundían la obra del Grupo. Los nuevos valores, los más jóvenes, sumergidos en las actividades del proceso constructivo de la nueva sociedad, estudian o trabajan fuera de la localidad, algunos se marchan del país, son los menos, otros le van a servir, como es el caso de César Más quien presta servicio en el cuerpo consular como Agregado Cultural en la Unión Soviética…
Así, el Grupo Literario se va difuminando, se atomiza, va desapareciendo, ¿se extingue?
El año 1962 ve la creación del Grupo de Aficionados a la Literatura bajo los auspicios de la Delegación de Cultura Municipal, en el momento de su creación se invoca el legado del Grupo Literario de Manzanillo; entre sus miembros están Mallar Debs y Enrique Causa.
En diciembre de 1966 se crea el Taller Literario Municipal Manuel Navarro Luna, lo guía el deseo de continuar la trayectoria iniciada por el Grupo Literario al que diera gloria la figura bajo cuya advocación se crea.
Pero esta fase de la historia de la cultura manzanillera será objeto de investigaciones posteriores.
Con la desaparición de Orto y posteriormente del Grupo Literario de Manzanillo, cesaron dos etapas de creación insuperables en nuestro contexto cultural, y a la vez, a la historia de la cultura cubana se añade un capítulo más. A él será necesario volver constantemente porque la historia de Orto y del Grupo Literario constituye una fuente inagotable de vivencias, de obras, de figuras, de anécdotas que, como expresara Sariol, «merecen un capítulo».
Seguramente todavía no pensaba Sariol que ya el Grupo Literario de Manzanillo, con su labor desinteresada y honesta había empezado a escribir uno de los más hermosos capítulos en la historia de la cultura de Manzanillo y, ¿por qué no? de Cuba.
CONCLUSIONES
Arribar a conclusiones valorativas de lo que constituyó el Grupo Literario de Manzanillo es un imperativo de las características de este trabajo que trataremos de cumplir de la mejor forma, aún cuando para nosotros -lo hemos reiterado a lo largo de la exposición- el tema no está agotado.
Por tanto, vamos a considerar preliminares las consideraciones que daremos seguidamente:
-Investigar sobre el Grupo Literario de Manzanillo nos ha dado la posibilidad de acercarnos a un movimiento cultural «sui géneris» por las características tan singulares que tenía.
-Indagar en la actividad del Grupo Literario nos permitió conocer la riqueza artística que existe en Manzanillo, la enorme actividad que en ese sentido aquí se desarrollaba, una veta prácticamente inexplorada, que tiene como fuente inagotable la gran producción del Grupo Literario.
-El Grupo Literario constituyó un poderoso foco de creación artístico-literaria que irradió desde Manzanillo hacia toda Cuba y más allá de nuestras fronteras.
-Se convirtió, en la obra de sus más altos exponentes, en difusor de la tarea de renovación literaria y artística iniciada por Boti y Poveda a partir de 1913 en la zona oriental del país.
-Gracias al empeño de Sariol, con el Arte y Orto como órgano aglutinante del Grupo, Manzanillo se puso a la altura de cualquier capital provincial, incluida la Habana, y por el esfuerzo colectivo del Grupo, Orto podía equipararse a la mejor de las publicaciones culturales de Cuba.
-El reconocimiento demostrado por las más prestigiosas personalidades del arte y la literatura en Cuba e Hispanoamérica, avalan la importancia que le concedieron a las actividades del Grupo y a su membresía.
-La participación destacada del Grupo Literario de Manzanillo en la vida cultural y social de la ciudad y regiones adyacentes fue notable por la influencia que ejerció en pro de elevar el nivel ideológico y cultural de la población.
-La calidad artística y el renombre que alcanzaron algunos de sus más importantes miembros, hicieron del Grupo Literario una cantera de valores intelectuales para nuestro país.
-La desaparición de Orto y del Grupo Literario no constituyó más que un tránsito hacia una nueva época de la cultura y de la vida nacional que ellos vislumbraron y contribuyeron a forjar.
-Para las nuevas generaciones de artistas y escritores, el desinterés, la modestia, el espíritu de sacrificio y el deseo de superación, además del compañerismo de los integrantes del Grupo Literario de Manzanillo, debe constituir, y constituye de hecho, un ejemplo a seguir.
CITAS Y NOTAS:
1.-Max Henríquez Ureña. Panorama Histórico de las Letras Cubanas. Tomo II, pág. 362.
2.-La orden fue expedida por el Rey Don Fernando VII. Modesto Tirado Avilés. Efemérides de Manzanillo, p. 68. La erección definitiva del Cabildo o Ayuntamiento no se verifica hasta el 6 de enero de 1840 [Nota del editor]
3.-Juan Francisco Sariol. Zumo, p. XVI.
4.-Idem., p. XIII.
5.-Juan Jerez Villarreal. Prólogo a La muerte de Weyler, p . XVI.
6.-Ibid., p. XVIII.
7.-Juan Francisco Sariol. Zumo, p. XVI.
8.-Epi Sánchez Quesada. Memorias de un manzanillero. p. 35-38.
9.-Ver acápite Extinción del Grupo literario de Manzanillo.
10.-En Letras de El Federado Escolar. Febrero de 1961.
11.-Entiéndase esto en el sentido de las condiciones históricas en que se hizo y cantidad de obras y actividades, no nos referimos, salvo casos conocidos, a calidad.
12.-Juan F. Sariol. Juguetería de ensueño. p. III.
13.-Ibid., p. VII.
14.-Ibid.,. p. XVIII-XIX.
BIBLIOGRAFÍA
1.-Diccionario de la Literatura Cubana. Editorial Letras Cubanas, La Habana, tomos I y II.
2.-González Ricardo, Rogelio. “El Grupo Literario de Manzanillo I y II”. En: Letras de El Federado Escolar, La Habana, 1955.
3.-Henríquez Ureña, Max. Panorama Histórico de la Literatura Cubana. Tomo I y II.
4.-Índice de Orto. [Compilado por Lázaro Rolo] Editorial Orbe, La Habana, 1979.
5.-Jerez Villareal, Juan. Prólogo a La muerte de Weyler de Juan Francisco Sariol. Editorial El Arte, Manzanillo, 1931.
6.-Pascual, José A. Peñas y Tertulias. Editorial Agora, La Habana, 1964, tomo I.
7.-Sánchez Quesada, Epifanio. «Instantáneas. Personajes del Grupo Literario de Manzanillo». En: Orto, enero de 1931.
8.-_____________________.Memorias de un manzanillero. Imprenta de Horacio Téllez, Manzanillo, 1956.
9.-Sariol Carrión, Juan Francisco. Juguetería de Ensueño. Editorial El Arte, Manzanillo, 1966.
10.-Surís Conesa, Manuel. “La vida literaria de Manzanillo”. En: El Mundo, La Habana, marzo 29 de 1967.
11.-“Tesis sobre la Política Cultural”. Tesis y Resoluciones del 1er. Congreso del PCC.
PUBLICACIONES PERIÓDICAS
Revistas:
-Revista Letras de El Federado Escolar. Un total de 18 números conservados en el Archivo Histórico de Manzanillo desde 1952 hasta 1962.
-Revista Orto. Fueron consultados todos los números conservados en la Casa Museo Navarro Luna y en el Archivo Histórico.
Periódicos:
–Avance Literario.
–El Eco de Manzanillo.
–La Montaña.
–La Opinión.
–La Tribuna.
–Selva Manzanillera.